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No se ha probado que el aleteo de una mariposa en Hong Kong provoque una tormenta en Nueva York, pero, sin duda, esos bellos lepidópteros no son otros insectos más. Sus armas son la belleza y la simulación, se defienden del peligro mimetizándose con el medio o engañando mediante sus ocelos, grandes y falsos ojos pintados que embaucan y espantan a los depredadores. Tras un largo período profesional de dedicación al diseño gráfico, Rut Olabarri presenta una exposición basada en las similitudes entre dichas estrategias y los comportamientos femeninos.

... 0pt">La artista bilbaína descose vestidos y los vuelve a unir por las costuras para establecer simetrías, o despliega guantes, sujetos con alfileres, en cajas entomológicas para demostrar que la ropa y los complementos identifican a las personas y sus maneras como las manchas a los insectos. Según la creadora, esas prendas, enriquecidas por la memoria de quienes las han utilizado, establecen tipologías o nos muestran las diferentes facetas de cada individuo. Con ellas se oculta el auténtico yo, pero también se exhibe la imagen deseada en cada momento.

La muestra habla de las analogías entre unas y otras, pero también propone un recorrido de aprendizaje y emancipación. Las vitrinas recogen las alas fundidas con los tejidos. «Las mariposas son la madre, la fuente de inspiración, y yo asocio imágenes intuitivamente», explica. Las alas animan a volar y de la crisálida surge una mujer que rompe los acogedores, pero estrechos, márgenes de la caja y se libera de imposiciones. Sin embargo, ‘Mariposario’ finaliza recurriendo al cobijo de los objetos domésticos, como mullidos sillones y prácticas jarras. «Al final, también se camuflan en la casa», confiesa la artista.