Las piezas que Pamen Pereira presenta en el nivel -1 del CAB son un reflejo de la línea de continuidad que ha venido caracterizando desde siempre sus proyectos y la ejecución de sus obras. Una coherencia que permite combinar elementos de reciente creación con otros de factura anterior.

Como ocurre con frecuencia a la hora de presentar desde estas páginas a un artista, resulta tarea difícil transmitir ideas claras que resuman la trayectoria de éste y la razón de ser de su trabajo. Pero si hay algo que, a nuestro modo de ver, destila toda la obra de Pamen Pereira, ese algo es su deliberada puesta en valor de su experiencia vital como forma de intentar solventar sus preguntas más íntimas y personales a cerca de cómo está estructurado este mundo en el que nos ha tocado vivir; tanto a ... ella como a nosotros.

Su posición (espiritual) en el mundo, su situación personal (físicamente hablando) y su relación con los demás habitantes son sus líneas de investigación.

Tratar de entender los mecanismos naturales que hacen funcionar cada segundo al planeta y cómo encajamos nosotros en ese complicado pero fascinante orden, llevan a Pamen a construir metáforas en forma de esculturas, de objetos, de fotografías, de instalaciones, de pinturas, que hablan de la indivisible relación-unión entre lo material y lo espiritual.

Obras cargadas de simbología que toman como punto de partida, en el momento de su creación, elementos de la naturaleza y objetos domésticos, y que tratan de llevarnos al estado mental de Pamen, en el que ella parece haber conseguido encontrar respuestas a sus preguntas, una vez que -como literalmente dice- 'un día conseguí respirar el mundo'. Obras que nos recuerdan que formamos parte inseparable de un todo y que únicamente tomaremos conciencia real de nosotros mismos cuando entendamos que sólo somos, existimos, en función de la relación que mantenemos con el otro.