La Nave Spacial abre las puertas de su segunda temporada con una exposición integrada por tres jóvenes creadores a los que les une su interés por el paisaje, por una forma un tanto peculiar y personal de abordar este género de la pintura y por la utilización, en muchos casos, de la metáfora como recurso para abordar diferentes temas. El paisaje se incorporó a la pintura a finales del Medievo, aunque aún no como tema autónomo, especialmente con las aportaciones de Giotto y fue mucho más desarrollado en el primer Renacimiento. Botticelli fue uno de los creadores que mejor lo trataron en esa época y por supuesto Leonardo. No podemos olvidar las incomparables vistas de la Villa Médicis de Velázquez (1634). A partir de ahí fue tratado como más frecuencia hasta convertirse en protagonista sobre todo en el Romanticismo, el Realismo del siglo XIX y ... el Impresionismo. La pintura contemporánea lo utiliza con naturalidad.

Muchas veces el arte ha echado mano de la metáfora para contar diferentes asuntos. Esa metáfora, que no es sino un intento, también literario, de hacer ver una cosa en términos de otra, de acercarnos a algunas cuestiones más importantes que lo que simplemente vemos en la superficie del lienzo. La metáfora consiste en el uso de una expresión con un significado distinto o en un contexto diferente al habitual, tal vez en llevar ?más allá? de lo simplemente visto algo determinado. En el caso del tratamiento del paisaje en las obras de la exposición es así, plantean una cuestión determinada para invitarnos a analizar sus propuestas en un contexto o con una luz diferente.

Esta exposición gira en torno a esta figura literaria por antonomasia, quizás la más popular y utilizada por todos a la hora de comunicar de manera resumida y gráfica una idea. El poder que contiene una metáfora es eminentemente visual y poético y es donde se ancla la selección de las obras que Felipe Ortega-Regalado ha hecho para la muestra.