Miguel Oriola utiliza la fotografía como constructora de su realidad. No es más falsa que otras realidades, pero es solo suya. Ante la obra de Miguel Oriola conviene andar con cautela, pararse un poco más o volver a mirar, porque siempre descubriremos nuevas lecturas que nos harán disfrutar de su inagotable imaginación. En sus imágenes, aparece habitualmente la figura humana. Sin embargo, cualquier intento de síntesis de su trabajo estará destinado al fracaso. Sus trabajos no pertenecen a un solo género, pero guardan una constante de atemporalidad.

En este sentido, MANTIS es una continuación lógica de las líneas del trabajo de Oriola desarrolladas en los últimos años, pero a la vez, cierra una época más narrativa para así dar prioridad a una actitud más reflexiva, distanciada y directa, que se anuncia en su nuevo ... trabajo. En MANTIS, la figura humana es el eje central, tratada con la máxima austeridad y sencillez. En esta serie, finalizada en 2009, Oriola vuelve a la esencia de su trabajo: el rostro, sin aditamentos ni entorno, solo envuelto en una extrema sobriedad y la fuerza de su luz. Aunque nunca las cosas son lo que parecen.

(Fragmentos de la crítica, Ami NORTON KULIK)