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Una característica específica de la escena cultural árabe de la última década es la emergencia de una generación de artistas que en su mayoría residen y trabajan en ciudades europeas, cuya sensibilidad está definida por el entrelazamiento -pero también por la distancia- de los hilos culturales y emocionales entre su país de origen y el de acogida. Adel Abidin podría ser un ejemplo significativo de esta situación pues comenzó estudiando en la Academia de Bellas Artes de Bagdad y por diversas circunstancias personales terminó en la de Helsinki, ciudad donde vive y trabaja; siendo precisamente de ... esa experiencia de dobles orígenes y culturas de donde surge su inspiración artística, caracterizada por un nomadismo espacial y cultural, que también afecta a muchos artistas iraquíes de su generación que han huido de la represión y la guerra.

'He llevado a Irak en mi interior todo el tiempo desde que me marché hace casi nueve años (...) pero cuando te vas de tu hogar, el lugar que alberga tus recuerdos, no serás capaz de pertenecer a ningún otro sitio jamás. Pertenezco al tiempo, viajo dentro del tiempo y eso hace que esté muy unido a todo lo que veo o incluso recuerdo, porque todo tiene un valor completamente diferente. (...) Si estoy utilizando un recuerdo, veo ese recuerdo como un símbolo que podría estar en Irak o en cualquier otro lugar del planeta (...)

Sobre este particular Adel Abidin ha mantenido siempre una actitud lúcida no exenta de crítica, tanto en el análisis de su país de origen como en el de su país de adopción. Tal paradoja alcanza su máxima expresión cuando, pese a serle denegada en repetidas ocasiones el derecho de ciudadanía por el gobierno finlandés, llega a representar oficialmente a Finlandia en la Bienal de Venecia de 2007 con la obra Abidin Travels (2006) una sarcástica agencia de viajes con destino a Irak durante la última guerra. Aunque el recurso a la ironía y el sarcasmo aparecen a menudo en las obras en las que Adel Abidin habla de su país, son más bien la poesía y una amarga sensación de distancia y sentimiento de pérdida los rasgos que caracterizan su práctica artística. En su caso podemos afirmar sin temor a equivocarnos que 'lo personal es político', pues su obra formula preguntas existenciales, en las que las heridas de la memoria y la experiencia del exilio confieren una perspectiva muy íntima a cuestiones de alienación cultural, aislamiento y marginalidad.

En un mismo orden de cosas, algunas de las obras más interesantes de este artista ponen en evidencia cómo muchas de nuestras prácticas vitales son simbólicas y pueden, en un nivel extremo, parecer inútiles: 'yo mismo pienso en la vida como en un teatro en el que ponemos en práctica nuestras ideas, pero cuando nos enfrentamos a la realidad descubrimos que hay muchas cuestiones contradictorias a nuestro alrededor (...)'.