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Si observamos cualquier mapa de Manhattan y trazamos una línea imaginaria que atraviese de norte a sur desde Harlem hasta el Financial District, nos damos cuenta de que la calle 42 se sitúa exactamente a la mitad del recorrido. Justo en medio en la horizontal que va desde el río Hudson al East River, entre Quinta y Sexta Avenida, se halla la manzana que ocupan Bryant Park y la Biblioteca Pública de Nueva York (NYPL). Esta intersección que determina de manera simbólica el centro de la ciudad más conocida de nuestro tiempo (después de la Segunda Guerra mundial Nueva York se convierte en la capital del mundo y sigue ... siendo hoy una referencia esencial), está ocupada por un edificio consagrado al estudio y el conocimiento, una metáfora hermosa que sirve para remarcar la significación que debería tener la cultura en nuestros días. Los griegos colocaron el ónfalo del Cosmos en Delfos, el enclave donde según cuenta la mitología se cruzaron dos águilas liberadas por Zeus desde dos puntos diametrales del Universo. Este emplazamiento en el que se construyó un templo dedicado a Apolo, se convirtió con el tiempo en un lugar sagrado al que se acudía en peregrinación. El ombligo de la metrópoli más renombrada del presente, meca de sueños, anhelos y esperanzas de millones de ciudadanos de cualquier rincón del planeta e imagen indeleble de los tiempos que vivimos es, por suerte, una biblioteca; igual que ocurría en la Alejandría ptolemaica o en la Nínive de Asurbanipal.

  La persona responsable de la New York Public Library desde diciembre de 1993 es Paul LeClerc (su cargo exacto es President and Chief Executive Officer) quien durante los últimos 18 años ha dirigido sus designios y ha presidido la institución, siendo responsable directo del cambio fundamental que ha supuesto la superación de la era Gutenberg y la adaptación a la nueva etapa digital, una revolución tecnológica que ha sustituido la tradicional impresión en papel por las memorias virtuales, las bases de datos e Internet. Su participación en la Octava edición de Cosmopoética es el último acto internacional que lleva a cabo como director de la NYPL ya que en junio de este mismo año se jubila y deja la función pública. Este hecho, que no debemos pasar por alto, revaloriza su presencia en el festival y convierte su colaboración en un hecho de relevancia en su trayectoria, cuyo colofón transnacional está reseñado por un hito singular en un enclave excepcional a orillas del Guadalquivir, un centro histórico de incalculable riqueza e interés monumental declarado por la Unesco en 1994 Patrimonio de la Humanidad.

En mayo de 2010 Paul LeClerc recibió de manos de Ángeles González-Sinde, Ministra de Cultura de España, la medalla de la Real Orden de Isabel la Católica, una distinción que premia el esfuerzo que ha hecho LeClerc desde su posición como responsable de la Biblioteca Pública de Nueva York por promocionar la cultura de nuestro país y difundir la lengua castellana en Estados Unidos, un afán especial por nuestro idioma e Historia que ha convertido este organismo en uno de los mejores centros de estudio de literatura española en todas sus vertientes. Asimismo, para acentuar la inclinación que siente por nuestras letras, reseñar -aunque sólo sea como una anécdota curiosa que encaja con el espíritu de la cita- que su mujer, Judith Ginsberg, está doctorada en literatura española y es especialista en la obra de Ángel Ganivet, ensayista y diplomático granadino precursor de la Generación del 98.

Cada primavera Córdoba se vuelca con la poesía para convertir la ciudad en un crisol de inquietudes culturales, un encuentro que ha hecho de la lectura y la afición por los libros una seña de identidad continuada. Lo que se pretende con esta actividad es llevar la literatura a la vida diaria, poniendo en contacto a miles de personas de diferente procedencia y condición para que vivan durante esos días una intensa aproximación a las letras. Quizás una de las grandes virtudes de Cosmopoética sea la capacidad de crear a pie de calle pasillos entre la cultura y la gente corriente, motivando experiencias sencillas y cercanas que se entrecruzan hasta formar una tupida red de vivencias, encuentros y descubrimientos. Este festival internacional de poesía, uno de los más importantes de Europa en su género, se convierte así -sin grandes alardes ni fastos espectaculares- en un verdadero enclave para el diálogo, territorio compartido donde diferentes disciplinas expresivas se solapan para calar con naturalidad la dermis metropolitana y el pulso cotidiano de sus habitantes.

Uno de los objetivos primordiales de Cosmopoética, además de promocionar la pasión y el respeto por la lírica, es concebir acciones de expansión cultural en colaboración con personalidades destacadas de cualquier continente, proyectos que acercan hasta el Guadalquivir figuras relevantes de las letras actuales. No es sólo avivar durante unas fechas el amor por la poesía, sin más; es esforzarnos por dar a conocer a personas de otras naciones las inmensas posibilidades que posee Córdoba, un vasto potencial que mantiene viva una ubérrima tradición propia y un ingente legado multiétnico.

MANHATTAN [5th Avenue at 42nd Street] es un proyecto híbrido que traza una vía directa entre la Biblioteca Pública de Nueva York, una de las más importantes del mundo, y la ciudad de Córdoba. La idea es aprovechar el afecto que el director de la entidad demuestra tanto por la literatura castellana como por la ciudad califal -una de sus preferidas en España-, para implicarlo en una propuesta cultural que argamase lo literario con lo artístico. El punto de arranque es sencillo: Leclerc ha seleccionado ocho poemas universales escritos por autores nacidos en España y mi tarea ha consistido en elegir ocho artistas andaluces (Guillermo Pérez Villalta, Carmen Laffón, Ignacio Tovar, José María Báez, Miki Leal, Matías Sánchez, Jacobo Castellano y Nieves Galiot) para que cada uno de ellos conciba un trabajo personal motivado por la lectura de los versos que le han correspondido. Entre los electos podemos diferenciar de manera intencionada dos generaciones -una más cercana por edad a Paul y otra a mí-, intentado implicar con esta distinción no sólo a diferentes épocas y mentalidades, sino también abarcar una mirada más amplia que incluya sensibilidades representativas de los cambios trascendentales que hemos vivido todos en los últimos años.