Exposición en San Clemente, Cuenca, España

Manila. Ricky Dávila

Dónde:
Fundación Antonio Pérez - Museo de Obra Gráfica San Clemente / Plaza Mayor, s/n / San Clemente, Cuenca, España
Cuándo:
08 sep de 2011 - 30 oct de 2011
Inauguración:
08 sep de 2011
Organizada por:
Artistas participantes:
Descripción de la Exposición
Una muestra sobre una de las ciudades más grandes y más desconocidas del continente asiático. Se trata de la capital de Filipinas, Manila, donde el fotógrafo trabajó durante dos años, para reflejar a través del objetivo de su cámara la realidad de los habitantes de esta ciudad. Una serie de imágenes que producen en el espectador un gran abanico de posibilidades interpretativas, con un estilo siempre muy marcado que Dávila sabe ofrecer al público, adentrándole en las imágenes a través de su fotografía documental, con gran fuerza expresiva. Mostrando, como Manila es un espacio cosmopolita, a caballo aún hoy en día entre su origen oriental y la influencia del colonialismo occidental. Se trata de una selección del libro Mánila, que contiene 80 ejemplares a cerca de la capital filipina, con el que Ricky Dávila obtuvo en 2005, el premio Photoespaña a mejor libro de fotografía. Una serie de instantáneas nos ... hablan de la diversidad cultural a través de sus habitantes; hombres y mujeres de filipinas; prostitutas, policías, boxeadores etc, rostros anónimos que miran de frente a la cámara. La exposición va acompañada de un texto del también fotógrafo Alberto García Alix, que además ha sido compañero de viajes del bilbaíno, entre sus palabras recogemos un fragmento hablando de la ciudad: Manila, desconocida, eterna, estigmatizada, bullanguera, deseada...a ti vuelvo en las fotos de mi amigo . La exposición de Manila -que se ha visto en otros centros, entre ellos en la casa de Asia en Barcelona o recientemente en Albacete en el Centro Cultural la Asunción- podrá verse en ambas sedes de la Fundación en San Clemente.

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De día, bajo el sol, la ciudad suda. Se ve pobre, sentimental, lejana. Su cadencia oriental y el frenesí americano, lo envuelve todo, mezcla todo: las peleas de gallo y los Macdonald; La semana santa y el béisbol; los tele predicadores y las mises. La comida china y la fabada. Barrios residenciales y chabolas. Un popurrí que nos deslumbra y nos seduce. El tráfico es convulsivo, frenético. Endiablado. Las incontables almas que la habitan, están todas en movimiento y el perímetro que ocupa la ciudad se extiende por barrios infinitos como un cáncer. Se siente, aquí, latir con fuerza un capitalismo despiadado. La desigualdad es extrema, su pobreza mayoritaria y para que nada falte, corrupta y clasista a mas no poder. Vive llena de afanes, sueños, ansias y fracasos.

 

Gente amable, complaciente, resignada, también orgullosa y católica a rabiar. La colonización española se nota en pocas cosas. Hablan tagalo, un idioma que proviene del malayo aunque piensan en inglés. Aun así, algunas palabras castellanas las emplean popularmente. Si se le dice al taxista: derecho, no se desvía. Paciencia, se dice 'paziencia' y los números hasta doce o trece los cuentan en español. Los sentí próximos. Los latinos de Asia. Sus nombres son sonoros. Totó, Cristian, Edgar. Flor Linda, y sus apellidos castizos. Cuando les decía el mío, se asombraban de que tuviese un apellido tan filipino.

 

De noche la ciudad es oscura, mal iluminada y llena de recovecos. Fascina y conmueve. Tiene algo de inquietante, de arrabal infinito. Duermo poco y veo amanecer con frecuencia. Vivimos días febriles donde caminamos a ciegas sin saber qué encontraremos tras la próxima esquina. Manila nos envuelve. Un latente desconcierto nos atrapa. Ciudad repleta de armas y de uniformes, donde en cada local o esquina, hay un policía armado y los centros comerciales tienen en el sótano una galería de tiro para desfogarse dando seis tiros y una gran capilla para que los clientes recen: el 'Angelus'. En el piso superior...¡Bingo! Creen en el azar y a todo juegan y apuestan con devoción, pues lo divino y lo mágico no les es extraño. Metrópolis fascinante en las manos de Dios, Manila puede cambiar nuestros papeles. No es difícil aquí, tirar todo por la borda, perderse, reconstruirse o enamorarse. Cualquier cosa es posible. El trópico y sus fluidos, enamorados de la moda juvenil. El delirio se siente en el aire. Nos movemos y anhelamos.

 

En Malate, un viejo salón de baile para mujeres que buscan compañía, se anuncia a la calle en un viejo luminoso que lleva silueteada en negro una pareja bailando y en letras rojas, la palabra Tango. Tras otra puerta, en la calle Burgos, treinta señoritas con bikini de flecos bailan y excitan a sus posibles clientes. Una Rosa Linda, apoya en mí su culo y demuestra que puede ser muy diestra. En el barrio financiero, Ayala city, hay un bar de bikers, su propietario Jerry nos lleva una noche al local del moto club, hay fiesta. Otro día, nos introduce en un colegio de huérfanos. Ricky toma fotos. Lo hace con rapidez, seguro de si mismo. Me asombra.Le he visto en un ascensor repleto por doce o trece orientales, subir la cámara a los ojos y tirar sobre ellos con flash. Me sonríe como un pajarito después de atrapar la imagen. Fumamos porros. Comemos gambones, grandes como bocadillos de chorizo. Visitamos el zoológico y seguimos desorientados. La presión se fragmenta. Fotos.

 

Acudimos a una manifestación de opereta. Vemos fotos en las lapidas del cementerio chino y Ricky me retrata sin camisa por los pasillos del hotel. El aire acondicionado, presente en todos los sitios, irrita,.y en la calle sudas o te mojas. Cuando llegan las lluvias, su luz se vuelve plomiza y a ratos, como no podía ser menos, llueve con ganas. Saltando de charco en charco, avanzamos y protegemos las cámaras, bajo nuestras empapadas camisas. Para atravesar algunas calles nos debemos remangar el pantalón y protegidos los pies por chancletas, caminamos dentro de un agua oscura y negra que llega a las pantorrillas, sin ver donde coño pisamos. El tráfico se vuelve entonces una odisea, toda una quimera, al rato, solo los 'rick show' y las bicicletas son el único medio de locomoción fiable. Frenesí.

 

Hemos visto el amanecer desde una torre de más de 39 plantas y jugado al escondite en callejones que no auguraban nada bueno. Ganado amigos. Bailado y reído. Sus mujeres son guapas, menudas, trabajadoras y por la cantidad de juventud que vemos en todos lados, muy fecundas. Manila se deja querer. Nos seduce. Crece, hacia las nubes o sobre basura ganando terreno al mar e indolente mira su cielo cubierto de cables. Arañas negras. Da resquemor pensar que pasará cuando llegue 'el Tifón'. Deben pensar como yo. Dios esta cerca. Los problemas son miles, las infraestructuras malas y aun así, funciona. Paziencia. Ricky está trabajando. Tengo la sensación que cuando lo hace, da siempre un paso al frente. Sale de la cárcel y entra en un gimnasio. Se programa y fluye. Ha gastado un montón de carretes; mañana, consumirá más. Buen rollito. Melodía de arrabal y un yakuzzi tropical. Manila es un tango. Cómo no sentirse cómodo en ella. Se acopla a nuestra cadencia ¡Un arrebato! Llegar, son veinte y cuatro horas de avión. Los siete mares y no encontramos silencio. Los ejes de mi carreta nunca los voy a engrasar. Ricky tampoco y a los filipinos, les gustan que suenen ¡Pa que los van a engrasar!

 

Manila, horizonte cercano, que pena con su cruz a cuestas. Manila, desconcertante, donde una familia de ratas asoma su cabeza con soberbia para vernos pasar, y un escaparate iluminado por neones verdes muestra trajes de primera comunión ajados. Manila con sus mil esquinas pletóricas de vida. Manila moderna, aunque su Metropolitan Museun sea un churro, porque lo valioso lo tienen ambulante en los 'Jhimis'. Manila desconocida. Eterna, estigmatizada, bullanguera. Deseada. A ti vuelvo en las fotos de mi amigo. Tu rostro se hace presente. Lo revivo. Qué candorosa mirada la mía. Qué visión más certera la de Ricky. Los tres, la ciudad y nosotros, somos unos ingenuos. Como suele decirse, unos lilas. La música sigue sonando y Manila, se afana inquieta. La veo insomne amanecer de nuevo. Vuelvo ella ¡Tiemblo! Amo esta ciudad como amo a una mujer. Estas fotos son su cadencia. Aquí está, poseída. Atrapada. La muerte que espera, es lo único cierto. Mientras llega, para seguir viviendo, retornaré algún día y seguiré mirando en un sitio que es puerto, reptar sobre mi estómago el viento marino que nos atormenta. Miel sobre hojuelas. Ansiedad. Búsqueda. Desazón. Locura. Qué dices Ricky. ¿Volvemos?

 

 

 
Imágenes de la Exposición
Ricky Dávila

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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