-------------------------------------------------------

-------------------------------------------------------

La Galería de Arte Stoa expone, desde el 18 de mayo, una colectiva de siete artistas, comisariada por Conchi Álvarez, denominada 'Masculino Plural'. La muestra pretende reflejar la reciente actividad creadora de estos siete hombres. Son siete historias, siete maneras de vivir, sentir, interpretar el Arte. Por ello, cualquier intento de clasificación es banal, pues cada uno de ellos es un universo completo, atractivo y fascinante. Todos realizan una extraordinaria interpretación y personalización de lo que ven, piensan, elucubran, sueñan, imaginan... El resultado es un abanico de lenguajes, técnicas, formatos y materiales que basculan desde abstracciones puras como la escultura 'Abstracto' de Joaquín Molina u 'Oro y Dulce' de Javier Infantes, a obras que recurren a formas fácilmente perceptibles para transmitir conceptos, sentimientos y emociones, como los dibujos de ... la serie 'Paisajes de la memoria' de Javier Infantes, 'Puentes de las emociones' de Rafael Parra, las obras de Gonzalo Cores, o el 'Desgarro' de José Cano Mancilla; o bien usan formas reales contando historias personales, a veces autobiográficas, como 'La abuela' de Manuel Fernández, o 'Zulma' de José Cano Mancilla; o son un homenaje a lugares y tradiciones que aman, como 'Ola estrellada' o 'Lunares' de Rafael Parra. Obras de temática religiosa, tan distintas como 'Cristo resucitado' de Joaquín Molina y 'Descendimiento' de Manuel Fernández. Obras de recreación del mundo clásico, como el 'Coloso de Rodas' de Joaquín Molina, o inspiradas en la obra maestra del trecento italiano, la Divina Comedia de Dante Alighieri, caso de las cuatro obras de Emilio Sújar. El resultado es una exposición variadísima y compleja, exponente de que el artista permanece... y el Arte sigue.

Rafael Parra Román

Amante de La Pintura, a la que llama su 'Bella dama, este manilveño, formado en USA, canaliza ese amor pasional e incondicional en obras figurativas, cercanas al realismo mágico, desbordando potencia cromática y originalidad temática. Un motivo recurrente, el de la espiral en serie infinita, aparece tanto en 'Ola estrellada, Málaga', como en 'Lunares' y, en menor medida, en 'Playa'. El tema de la espiral, tan contemporáneo, es en realidad deudor del mundo clásico. Aparece con profusión en los frescos de los palacios minoicos, y su seriación infinita se remonta a las series cuneiformes de los cilindros-sellos sumerios. Hay mucho mediterráneo ancestral en la obra de Rafael, como en 'Puentes de las emociones', obra poblada de cilindros antropomorfos de ojo ciclópeo, tan futuristas y, al mismo tiempo, tan antiguos.

Manuel Fernández

'La abuela' es hasta la fecha la obra más personal del escultor esteponero. La carga emocional y el expresionismo acendrado de esta pieza la colocan en lo más prometedor de la plástica más reciente. Fiel a su estilo magmático, la figura no emerge aquí desde las profundas simas abisales, sino que se sumerge en ellas, succionada por el averno. Un convulso y retorcido suplicio asola la cama-túmulo donde la silueta amada, en su estertor final, se quiebra en un movido zigzag compositivo. Y el semblante cadavérico, contraído por el rictus de dolor superlativo, más allá del carácter autobiográfico, constituye todo un 'memento' universal ante la muerte certera y un auténtico 'Jeroglífico de las Postrimerías' para el siglo XXI.

'El Descendimiento' es su obra de mayor porte hasta la fecha. Realizada a partir de la invitación de la comisaria de 'Iconos de la Pasión' para participar en dicha exposición, actualmente se exhibe en la iglesia esteponera de San José. El tipo iconográfico planteado es un Cristo solo y abandonado en pleno proceso de descenso. Un Cristo de los de cuatro clavos, pero con las piernas cruzadas, como los de tres, provocando un desplome quebradizo, típico de la plástica de Manuel.

Especial fuerza aporta la Cruz, una cruz arbórea, mimetizada en su epidermis con la propia figura del crucificado. A diferencia de la obra pictórica de Rembrandt, en la que se inspira, donde un grupo de personas establecen un camino-luz hacia la figura de Cristo, aquí domina la soledad. Dolor en soledad, concebido y planteado desde el propio sufrimiento personal del autor, pues hay mucho de autobiográfico en ese desgarro divino que llama a compasión y conmueve las entrañas de todo aquel que lo observa, sacando lo más doliente y mejor, lo más humano..

Gonzalo Cores

Artista que ha desarrollado la mayor parte de su carrera artística en Nueva York, pinta con técnica mixta obras muy espirituales, relajantes unas, perturbadoras otras, siempre seductoras e inductoras a una introspección profunda. Así ocurre con 'Desierto de la muerte' explosión luminiscente que atrae y, al mismo tiempo, desorienta al contraponer árboles muertos por la devastadora acción antrópica, con el esperanzador revuelo de las aves y una luz fluorescente al más puro estilo Pop-Art.

Suele recurrir Gonzalo a la línea ondulante en movimiento con sentido de non finito, lo que le acercaría al Arte Cinético, e incluso al 'Minimal Art', pero sus hebras coloristas son más bien unos refulgentes 'Hilos de Ariadna', señalizando, a modo de balizas, las encrucijadas y dubitaciones vitales en medio de un sugerente medio acuático.

Javier Infantes

Javier, sigue avanzando en la creación artística con paso firme y un estilo inconfundible. Abstracción y elegancia son dos palabras que se asocian inmediatamente a los trabajos de este esteponero vecino de la Gran Manzana. 'Oro y dulce', pertenece a su serie de obras informalistas, anicónicas, a base de gradaciones de color en bandas en las que, mediante un proceloso dripping, de superposiciones infinitas, logra el triunfo de la belleza, la sutileza y la exquisitez. Una superficie mucho más texturada que las anteriores consiguiendo, al enmascarar el soporte, más el efecto de un bajorrelieve que de una pintura.

Los cuatro dibujos realizados a tinta sobre pergamino pertenecen a la serie 'Paisajes de la memoria'. Tampoco es nueva la temática, pues es una de las líneas de investigación recurrente en los últimos años. La limpieza y desenvoltura en el uso de la ancestral tinta sobre un soporte tan antiguo como el pergamino, elevan estas grisallas a la categoría del Arte con mayúsculas.

Cano Mancilla

Cano Mancilla, el escultor del hierro, exhíbe dos obras: 'Desgarro' perteneciente al grupo de obras alegóricas del autor en las que no deja de sorprender la capacidad para sintetizar un concepto en una imagen concreta. Personificado en un árbol viejo, demasiado cansado, con demasiadas vivencias, demasiadas heridas...y demasiado dolor. 'Zulma', es una pieza compuesta, un cofre que, una vez abierto, mediante un sencillo gesto manual, permite ver su secreto, la bella sirenita Zulma, protagonista de ese cuento-leyenda que su abuela le contaba mil veces de niño y que forma parte del acervo mitológico esteponero.

Emilio Sújar

Sus cuatro obras están inspiradas en 'La Divina Comedia' de Dante. En ellas proyecta su particular visión, de fortísima carga psicológica.

Su 'Purgatorio' resulta mucho más indeseable y tormentoso que su Infierno, un paisaje que simboliza el cuerpo femenino, con una abertura central de simbología sexual. Todo un flash back en blanco y negro con un lejano y eréctil templo en las alturas, frente a un mundo subterráneo donde aflora un desesperado yo.

En 'Infierno azul' aborda la continua insatisfacción del voyeur. La apariencia externa de dandy impecable que evita la mirada frontal en la presunción de que la presa está ajena a su mirada, esconde en realidad a un Prometeo de eterno padecimiento en el que siempre habrá una mujer ajena, Lolita o Betsabé, que nunca le saciará, obligándole a repetir una y otra vez el ciclo: 'mirar, desnudar, codiciar', con una anotación, por si acaso: 'mi vida es maravillosa'.

Joaquín Molina

Pintor y escultor sevillano habitual de Stoa, se mueve con igual soltura en las dos artes. Como escultor maneja los extremos, abarcando materiales y técnicas opuestos: desde la excelencia conceptual de 'Abstracto', realizada en el material noble por excelencia, el mármol de Carrara, aborda la extrema conceotualidad con exquisitez, pero, al mismo tiempo, con rotundidad. Es el triunfo de la composición cerrada y la contundencia, su personal interpretación de la abstracción pura. En las antípodas de la plástica está la artificiosidad de la técnica mixta y el barroquismo del 'Coloso de Rodas'. Amo do de máscara mortuoria, culto a un pasado siempre mejor, esta pieza es un homenaje al mundo clásico en general, al período helenístico y a su vertiente orientalista en particular. Obra con múltiples puntos de vista, esconde en su reverso dos bustos de filósofos griegos: las apariencias engañan, nada es lo que parece, el hombre, al final, es la medida de todas las cosas, el pensamiento y la filosofía se esconden detrás de lo colosal.

Dos terracotas completan el elenco. 'El fumador' es la fascinante actualización de las 'imagines maiorum' de la estatuaria romana. Un busto cuajado de fina ironía, singular testigo de un tipo iconográfico para ser contemplado en un futuro, sin humos. 'Cristo Resucitado' es una obra religiosa realizada, tras la invitación de la comisaria de la muestra 'Iconos de la Pasión', a participar en ella. Es una figura en la línea culturista característica del autor, a su imagen y semejanza y no al revés. Su desnudez no es nueva en la Hª del Arte, y resulta lógica, amén de pura fidelidad histórica, pues en el sepulcro quedaron los lienzos del su-