La intensidad del color unida a la elocuencia del gesto, queda plasmado tanto en los amplios lienzos de formato alargado como en las pequeñas obras sobre papel, las que como un divertimento visual; son capaces de introducirnos en su personal universo de gestos y manchas.

El camino emprendido por Cifuentes Soro ha sido una larga sucesión de cuestionamientos, búsquedas y reflexiones; las que iniciadas en el territorio de la arquitectura a su debido tiempo fueron decantando en el oficio de la pintura; por lo mismo su obra visual es un claro reflejo de ello.

Tal gesto en Cifuentes Soro no es algo fortuito, sino ha sido el largo decanto en torno a la práctica de la pintura como un rico juego de libertades en donde todo cabe, pero a la vez, el todo ... busca la razón en los extractos de un juego aparentemente libre.

'He llegado a este punto en mi pintura, tras diez largos años de trabajo intenso y de un aislamiento premeditado. No podría haber ejecutado estas obras a comienzos del nuevo milenio, porque mi búsqueda no partió en esta pintura.' Ciertamente si observamos sus lienzos del año 2000, descubriremos que en ellas el color ha sido aplicado de manera pastosa y estridente sobre el lienzo. Las decantaciones o transparencias comparecen como pequeños descansos en estos territorios que bien rememoran la naturaleza circundante. O como bien ha señalado Catalina Mena: 'el trazo, la mancha o el color operan como sugerencias que atraviesan el plano matérico. La imagen se encuentra, calculadamente, en un momento previo a la codificación, dispuesta a ser completada por el observador.' Elementos que en el hoy de su quehacer pictórico han sido reemplazados por el tiempo de espera, entre el oreado y secado de una y otra delgada capa de pintura.

Cifuentes-Soro instala en su modo de hacer y ver la práctica de la pintura, una clara alusión a la reflexión lo que viene a ser otra breve manera de introducirse en el viaje plástico que ha emprendido hace ya una década atrás.