En la obra de Marta Stella confluye subjetivamente el modo de mira de una artista mitad pintora mitad creativa de sueños ópticos.

Inspirada en el cine americano de los años cincuenta y en el entresijo del mundo de la moda, sus piezas muestran un ornamento pictórico digno de un discípulo directo del propio Magritte. Sorprende su cuidado del detalle así como la finura con la que trata sus fondos, la experta degradación en su rojos y la proporcionalidad, de tosquedad buscada, que convierten cada una de sus piezas en un pequeño trastorno de la realidad.

Figuras de abrigos oscilantes, flora exótica, rosas magenta, verdes ágata, una serie de características que hacen de sus exposiciones un conjunto enigmático y único que nos adentra en su propio mundo de recuerdos y vivencias.

Más allá de un criterio técnico, la linealidad temática y simbólica está siempre presente y aunque en un principio parezcan sus obras pequeños ... jeroglíficos onirománticos, son en realidad cuadros cordiales y fáciles de asimilar, invitaciones a un estado de alegría constante.

Coqueta y fascinante es su paleta, fiel reflejo del mundo del tejido que tanto la inspira; a veces de gasas y sedas parecen haber sido sus pinceles, pues nos ofrece un vaivén de caricias cromáticas y efectos ópticos casi imperceptibles.

Ya sólo queremos llevarnos sus piezas a nuestra casa, como el último juego que salía en Navidad cuando éramos niños: divertido e insinuante al ver sus obras comprendemos porque sus cuadros figuran entre las colecciones privadas más completas de nuestro país.

En su recorrido ha expuesto en salas tan prestigiosas como la Galería Cuatro, el Museo de la Ciudad de Valencia, el Casino del Atlántico de La Coruña, la Fundación Bancaixa, la Galería Alba Cabrera de Valencia y la Casa de Cultura de Cheste entre muchas otras.

Su serie "Sueño de cielo y nubes" formó parte del programa del XIV Festival Internacional de Cinema de Comedia de Peñíscola con un gran reconocimiento.