Cuando han transcurrido más de 20 años desde su prematura muerte a los 57 años, en junio de 1986, víctima de una leucemia, el galerista Fernando Vijande sigue siendo recordado con admiración por buen número de galeristas españoles que, no obstante, lamentan el corto conocimiento que sobre nuestro particular Leo Castelli tiene gran parte del mundillo artístico español. Todos los consultados lo reconocen. Fernando Vijande fue el gran galerista y visionario del arte contemporáneo en España. Alcanzó fama internacional. Para algunos, es el Leo Castelli castizo. Se dedicó a difundir y promover el arte español de los 70 y 80. Para la galerista Elvira González, que coincidió con él en aquel ambiente inhóspito del mercado español, "llegó a ser un amigo y maestro, un hombre de gran cultura, con buen conocimiento del arte, audaz y con una fachada magnífica. Alcanzó fama internacional y llegó a ser un gran agitador". Su importancia fue vital en los años de transición a la democracia, especialmente como valedor de lo contemporáneo.

Aunque comenzó con la venta de antigüedades, Fernando Vijande fundó, a principios de los años 70, con su socia Gloria Kirby, la Galería Vandrés. En mayo de 1971 saltó a la fama por la orden policial que clausuraba la muestra colectiva "Eros y el arte actual en España", que se podía ver en su galería de Madrid. El entonces Presidente del Gobierno, Carrero Blanco, y el periódico Nuevo Diario -próximo al Opus Dei- le acusaron de escándalo público, atentado contra la moral y pornografía revolucionaria. Intentó organizar un homenaje a Picasso, pero la censura le denegó el permiso, por lo que Vijande titulo la muestra "La Paloma", con los artistas conociendo su intención de ensalzar al artista malagueño. Fueron años duros que, no obstante, no evitaron convertirle en el personaje, al que, galeristas como Oliva Arauna, recuerdan con emoción. "Fernando fue el gran galerista español de arte contemporáneo" sentencia Oliva, quien añade que llegó a ser "el más influyente y reconocido internacionalmente".

En 1971 mostró, por primera vez, vídeos en la exhibición de Antoni Muntadas. Apostó obsesivamente por Darío Villalba, que en 1973 obtuvo el premio de la 13ª Bienal de Sao Paolo. En 1980, el Museo Guggenheim de Nueva York ofrecía una exposición con artistas de Fernando Vijande y la galería Vandrés: "News Images from Spain". Un año más tarde, Vijande abría otro espacio, esta vez bajo su propio nombre, instalado en un antiguo garaje de la calle Núñez de Balboa 65, un espacio que él convierte en el centro artístico más moderno y "movido" de Madrid y desde el que sigue su relación con artistas como Zush, Gordillo, Joaquín Ramo, Juan Bordes,…que ya habían expuesto con él, como director de Vandrés.

Corría octubre de 1981 y la exposición del grupo Costus, "El chochonismo ilustrado", inauguraba el nuevo espacio, que llegaría a su apogeo en diciembre de 1982 con "Pistolas, cuchillos y cruces", de Andy Warhol. En esta exposición, todo un acontecimiento de época, coincidieron personajes de la movida madrileña (Almodóvar y McNamara, Carlos Berlanga y Alaska, Ana Obregón junto a Ágatha Ruiz de la Prada, Pitita Ridruejo junto a Hachuel, los March, los Fierro o Ignacio Coca y su mujer) en un evento social del máximo relieve, donde se expuso el retrato que el artista americano realizó del galerista (ver imagen adjunta).

Organizador de perfomances, encuentros y coloquios, Fernando Vijande siempre luchó por ser una galería internacional. Según declaró en una entrevista en 1979, las galerías profesionales se dividían en dos clases: las que organizaban exposiciones para vender y promocionar al artista, sin asegurarle un dinero por ello; y las que, como algunas galerías francesas y de Estados Unidos, aportan un sueldo al artista, a cambio de parte de su obra y de la exclusividad sobre ella. El eligió esta última opción, particularmente hasta la crisis de 1979, manteniendo, después, este tipo de relación con algunos artistas desde su nueva galería. Era el caso de Luis Gordillo, a quien le aportó dinero durante 15 años, permitiendo al artista dejar de dar clases de francés para sobrevivir, además de disponer de un estudio digno y poder vivir de la pintura. Gordillo, que expuso con él por primera vez en 1972, le recuerda como todo "un mecenas".

En 1984, Fernando Vijande hará en Madrid la primera exposición del fotógrafo americano Mapplethorpe -en los últimos meses vuelto a exponer por Pepe Cobo-, el mismo año que presenta, en su primera individual, al jóven escultor Juan Muñoz, ahora con una retrospectiva en la Tate londinense. También José María Sicilia debutará en la galería de Fernando. Dos años antes expone el artista italiano de la transvanguardia Nino Longobardi, actualmente mostrando sus recientes esculturas en la galería de Fernando Latorre de Madrid.

Cuentan quienes le conocieron que, desde su galería, intentó siempre una política comercial basada en la información, para dar seguridad al coleccionista y ofrecer certidumbre a la inversión. "Aunque no es fácil hacer previsiones en el campo del arte, por lo atípico y por la falta de investigación de mercado, yo apuesto por unos artistas concretos" declaraba el galerista a finales de los 70. Su hijo Diego afirmó, tras su muerte, que a su padre no le interesaba la venta, que sólo realizaba cuando le era imprescindible.Entre sus amistades y coleccionistas cabe mencionar al catalán Josep Suñol Soler, cofundador del grupo inmobiliario Habitat.

Con su temprana muerte, en junio de 1986, echó el cierre también su galería, un espacio por donde pasaron artistas de la talla Jordi Teixidor, Luis Gordillo, Alexanco, Evaristo Belloti, Miguel Ángel Campano, Chema Cobo, Sicilia o Silvio Ceccato. También tuvieron presencia escultores como los citados Juan Muñoz y Nino Longobardi además de Miquel Navarro, Joan Cardells, Manolo Paz, Susana Solano y Juan Bordes. Los fotógrafos Alberto García Alix y Luis Pérez-Mínguez dieron testimonio de los personajes que pasaron por su galería, ese espacio mágico creado por el más radical de los galeristas españoles modernos. Por Joaquín Gallego - ARTEINFORMADO