El Monopoly, juego estrella de mi infancia, fue creado por Elizabeth Maggie en Estados Unidos a principios del siglo XX, y no tardó en popularizarse mundialmente a través de un gran número de versiones diferentes.
Como su propio nombre sugiere, el objetivo es crear un monopolio llegando a poseer la totalidad de los bienes inmuebles que aparecen en el tablero. Los jugadores mueven sus fichas por turnos, basándose en la puntuación de los dados, y caen en terrenos que pueden comprar y edificar o, en caso de que ya tengan dueño, pagar a éste por el mero hecho de pasar por allí.
Desde el primer momento encontré un gran paralelismo con la situación actual en el Mundo, en nuestro país y, en particular, en mi ciudad.
Basándome en dicho juego, mi intención es hacer un retrato de Barcelona para reflejar cómo conviven los cambios que está experimentando día a día con...las reminiscencias de otros tiempos.
Para ello he montado una nueva versión, de su edición Barcelona, sustituyendo las casillas correspondientes del tablero por fotografías de los distintos lugares que aparecen en él.
Mi familia se trasladó a Barcelona cuando yo era niña, y desde entonces he vivido aquí y la he visto evolucionar y cambiar, en algunos aspectos para bien y en otros no tanto. El progreso siempre es algo positivo y, desde la celebración de los Juegos Olímpicos en el ’92, Barcelona ha intentado convertirse en la capital de la modernidad y la vanguardia del país, con todo lo que ello conlleva.
Poco queda ya de lo que mi familia encontró cuando llegó. El lavado de cara al que paulatinamente se ha ido sometiendo la ciudad y la mejora de infraestructuras han sido importantes, pero la pérdida de una parte de su identidad es también algo patente, especialmente desde la llegada masiva del turismo que, a pesar de proporcionar un innegable beneficio económico, ha propiciado que ciertos negocios de toda la vida hayan decidido dirigir su principal objetivo hacia él, transformando lo tradicional en un reclamo kitsch.
A todo esto hay que añadir que la llegada de la crisis ha provocado el cierre o traslado de un gran número de establecimientos emblemáticos, para abrir en su lugar algún comercio de dudosa calidad o simplemente colgar un cartel de se alquila o se vende, mientras la gente va ocupando viviendas vacías o incluso sucursales bancarias.
Así que ahora nuestra bella ciudad es una mezcla de establecimientos de lujo para adinerados y turistas, otros más sencillos para el ciudadano medio y persianas cerradas de locales vacíos. A pesar de todo, si uno está suficientemente atento, aún puede descubrir detalles de antaño que luchan por sobrevivir contra viento y marea.
Es importante destacar que, a pesar de lo que pueda parecer a simple vista, éste no es un juego de mesa al uso y no está pensado para niños. Posee todos los elementos para poder jugar con él pero encierra una visión crítica y personal de la ciudad y el tiempo en el que vivimos que hace que, por ejemplo, si se siguen sus instrucciones al pie de la letra, el ganador de la partida sea siempre la Banca.
Entrada actualizada el el 09 may de 2018
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