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La representación del paisaje ha sido un elemento central de la creación artística a lo largo de los años y en todas las culturas. Un repaso a los últimos siglos permite constatar de qué formas la reproducción de paisajes realistas o la escenificación de otros imaginarios revelan las preocupaciones y especificidades culturales de cada periodo.

En ... la actualidad habitamos un medio en el que el movimiento cada vez mayor de personas y bienes y los flujos ininterrumpidos de datos que recibimos y emitimos han introducido un nivel de complejidad enorme. Si en otra época sólo se podía vivir en un único espacio-tiempo (el aquí y ahora), la computación en red y móvil ha dotado a cada individuo, de alguna forma, de un cierto don de ubicuidad. Pero además, esas mismas herramientas proporcionan una capa de información constante que afecta a nuestra percepción del entorno en tiempo real.

Esa omnipresencia de la informática se vio favorecida por la invención de la interfaz gráfica: un avance pionero de finales de la década de los setenta que posibilitó el desarrollo de la computación a escala masiva.

Datascape, una revisión de cómo abordan los artistas contemporáneos la complejidad del mundo, toma su nombre de una noción de realidad cada vez más complicada debido a los datos que la rodean. El título, que funde los vocablos Datos (data) y Paisaje (landscape), sugiere que, en estos momentos, los artistas han integrado las diversas fuentes susceptibles de constituir sistemas de representación de múltiples capas, desde lo más clásico a lo más tecnológico. Pero, además, la mayor parte de las obras exploran ese espacio borroso entre aquello que es físico y lo que no lo es, transponiendo y yuxtaponiendo elementos dentro y fuera de la pantalla y, al hacerlo, plantean una reflexión sobre el estado de confusión perceptiva y de cambio que este nuevo continuum espacio-temporal ha generado.