Apenas unas notas. Algunas impresiones. Palabras escritas como destellos. Una fecha. Un lugar. Esos son las únicas referencias que tenemos del viaje que Max Brod (1884-1968), el editor y amigo de Franz Kafka realizó por algunos pueblos de la Vega granadina hacia 1924. Encontradas en uno de los cuadernos que la última compañera de Kafka Dora Diamant guardó en secreto, los cuadernos y las notas fueron confiscados por la Gestapo y aún hoy siguen en paradero desconocido.
A diferencia de otros viajeros del XIX que visitaban Granada en busca de ese paisaje exótico que se habían encargado de construir los relatos románticos, Brod, obsesionado aún con la construcción de Gregor Samsa que haría su fiel amigo Franz venía atraído por las obras que un joven artista granadino, Pablo Capitán del Río (Granada, 1982) había realizado sobre los dibujos del entomólogo Charles Valentine Riley (1843-1895) para una exposición que tituló Metámeros.... Aberraciones, incorrecciones y proyecciones simbólicas en un momento en el que la ilustración científica estaba prácticamente en decadencia leyó en la prensa. Tenía que verlo, se dijo a sí mismo.
Cuando recibió la publicación de Metámeros, Brod decide abandonar Praga por algunos días y encontrarse con el artista en su taller. En la pizarra descubre algunas anotaciones. Investigar pensamiento lateral . Taburete en bibliotecas. Vitrinas dentro de vitrinas. Montaña de agujas de latón. Polen de pino/azufre. Escultura de compuertas de regadío. La vida en esta casa empieza muy temprano.
Paseando por el taller, entre enciclopedias de animales, catálogos de Bruce Nauman y libros de Robert Walser, descubre el manual Fundamentos de etología de Konrad Lorenz y un párrafo subrayado. Anotó dos frases. Resultó que el color del objeto no era importante, pero sí lo eran su tamaño, su contraste con el fondo del paisaje y su movimiento (…) Un estado de elevada activación combinada con inhibición es el rasgo básico de ese hipotético estado mental (agónico).
Entonces recordó las dificultades que Kafka tuvo a la hora de evitar que la transformación de Gregor Samsa en un animal-otro se identificase con un escarabajo. Kafka huía de construir esa imagen cerrada del monstruo. Le interesaba la transformación, el devenir, la transición al ser-otro. De ahí que prohibiese que en la edición de su texto apareciese la imagen de un escarabajo. Brod siempre cuidó de que así fuera.
En el taller encuentra la publicación de la última exposición en la que el artista había participado. El objeto dado. En el móvil le enseña algunas imágenes. Compuertas de regadío. Una serie de extrañas vitrinas con objetos científicos. Un tendido eléctrico óseo. Una señal campestre hecha de polen y azufre. Le llama la atención una línea de color marrón al final de la sala. Pablo le explica que es pasta cicatrizante aplicada directamente sobre el ángulo entre dos paredes de la sala. Abre el tarro de pasta. La imagen se diluye. El olor invade el taller.
Pablo le confiesa que había leído con devoción textos como Un médico rural, Preparativos de boda en el campo o Contemplación, ese libro compuesto por 18 relatos en los que Kafka continuaba escribiendo sobre los conflictos del individuo en la sociedad actual, manteniendo el interés entre lo seguro y lo inseguro que es inherente a la realidad, una realidad vista como circular e imprecisa, donde la verdad se sustenta en una lógica que solo es aparente. En estos relatos, Kafka usa la parábola como género pero despojándola de su carácter didáctico, ejemplarizante, moral.
Ambos abandonan el taller para coger el coche y dar un paseo por el paisaje de la Vega. Cuando apagan la luz del taller, de pronto un objeto se ilumina en una esquina. Aquello que había pasado desapercibido, el molde de una de esas chumberas que se encuentran en proceso de extinción en el paisaje andaluz va encendiéndose hasta convertirse en un objeto fluorescente. Un objeto dado. Un objeto que ilumina.
Días después Brod visita a Kafka en el sanatorio del Dr Hoffmann donde fallecerá el 3 de Junio de 1924. En los diarios que se conservan se quejaba frecuentemente de insomnio y dolores de cabeza. Derrumbamiento es una de las palabras que más se repite en sus anotaciones. Aunque las cartas que dejó a su última compañera siguen en paradero desconocido, hay quien cuenta que en ellas estaba el germen de lo que iba a ser su última publicación, El paisaje otro, un texto que serviría como hoja de sala para la exposición que Pablo Capitán del Río estaba preparando en ese momento. El paisaje otro, ¿qué puede fallar?.
Jesús Alcaide, 2018
Entrada actualizada el el 17 abr de 2018
¿Te gustaría añadir o modificar algo de este perfil?
