Quién sabe si el consabido 'instinto de supervivencia animal' sea una de las razones por las cuales la fábula, esa composición literaria a la vez humilde por su esquemática brevedad y (a su vez) pretenciosa por su coda moralizante, no ha dejado nunca de estar plenamente vigente. El remoto y pastoril Hesíodo, en Los trabajos y los días ya utilizó una narración protagonizada por animales parlantes para realizar una sátira política. Puede que sea el prolífico Esopo, a quien siempre recordaremos con el aspecto de clochard que le dio el gran Velázquez, el que dotó a esta suerte literaria de la enseñanza moral postrera (que no doctrina). La Fontaine o Samaniego, por citar a los más renombrados, continuaron la tradición con tenacidad proverbial. Otros grandes entre los grandes, Como Swift o Carroll, adaptaron la fórmula a su prodigiosa e intransferible imaginación para enlazar con el que podríamos llamar ... el gran fabulista contemporáneo: Kafka.

Si bien es cierto que quizás sea La metamorfosis la obra que inmediatamente nos venga a la mente, es probable que sea Josefina la Cantora (Josephine, die Sängerin, oder Das Volk der Mäuse) un mejor ejemplo del gusto del autor checo por contar historias de animales con debilidades humanas. Josefina posee además un plus exquisito, aborda uno de los atributos más humanos e inexplicables, la condición de artista. La relación entre esta roedora artista y el pueblo es compleja y ambivalente, y sirve a Kafka para indagar en la naturaleza del arte en contraste con un pueblo que duda en su valoración del mismo y de la propia figura del artista. En nuestro joven siglo XXI podemos encontrar puntuales y exquisitos ejemplos de fabuladores. En el libro póstumo El gaucho insufrible (Anagrama 2003) del también vigentísimo Roberto Bolaño, encontramos el cuento El policía de las ratas, un delicioso relato policial que esconde el permanente empeño del autor chileno por resolver otro gran misterio, el de la Literatura, o lo que es lo mismo, el de la existencia misma.

La Xina A.R.T. presenta la obra de Constanza Jarpa (Santiago de Chile, 1982), continuadora plástica y tridimensional de esta apasionante tradición creativa. Ella misma nos presenta su trabajo: 'Factor Común es una propuesta instalativa que representa las sociedades de consumo dentro del sistema neoliberal. Sistema que promueve las iniciativas privadas sobre las públicas, afectando tanto a las actividades económicas como sociales. Las sociedades contemporáneas regidas por el consumismo y la publicidad mercantil, fomentan la adquisición competitiva de 'riquezas' como signo de status y prestigio dentro de un grupo social, llevando al individuo a la pérdida de autenticidad y autonomía, legitimando la moda no sólo como tendencia sino como estilo de vida. Factor Común simboliza la homogeneidad del sujeto de las sociedades de libre mercado, buscando reflejar esa idea de plaga, de rebaño inidentificable en sus particularidades, y que transita por un circuito infinito que se reproduce en el tiempo y en el espacio. Es una metáfora que invita a reflexionar sobre la pérdida de la identidad en nuestras sociedades actuales.'