Un día compré una cámara compacta con la idea de poder llevarla en el bolsillo sin prácticamente darme cuenta de su presencia. Al mismo tiempo observé que dejaba de "salir a hacer fotografías" y empezaba a "hacer fotografías cuando salía", es decir, en cualquier momento o lugar. Puse nombre a la experiencia; "fotografías de un diario" se convirtió en una actividad cotidiana que quince años después forma parte de mis días. A pesar de su título y del inevitable contenido personal consubstancial en un trabajo de autor, "fotografías de un diario" no fue concebido como diario autobiográfico, sino como espacio abierto a una forma de hacer fotografías, una disposición respecto a la práctica del mirar, escuchar y fotografiar. A lo largo de los años la experiencia y el archivo fueron creciendo, y tomaron cierto cariz de proyecto de mayor densidad y consistencia. Estas imágenes caminan junto a pequeños textos, y ambos se complementan...en muchos casos compartiendo la misma presencia en la construcción de la obra, en un instante tranquilo y abierto, extendido en un tiempo consciente, pero no decisivo. Las "fotografías de un diario" emergen así como hojas movidas por el viento, que aparecen y desaparecen tras la línea del horizonte y que reflejan la luz de cualquier mirada. En el papel queda el rastro de una huella que el lector ha de completar cada vez. Esa es la invitación y la propuesta de estos efímeros trazos de tiempo.
Imágenes de la Exposición
Óscar Molina
Entrada actualizada el el 26 may de 2016
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