La muestra presenta la resistencia de los artistas a ser arrollados por el ruido ensordecedor de las sociedades contemporáneas.

Ali Hanoon presenta dos series fotográficas y una serie de polaroids, y Jorge Cano divide sus obras en dos espacios: uno con sus cuadros de formato medio y grande y otro con collages hechos a partir de imágenes extraídas de los medios de comunicación. En palabras del comisario de la muestra, Ramón González Echeverría, 'las propuestas artísticas de Alí Hanoon y Jorge Cano comparten una carencia que lejos de ser un defecto es una de sus virtudes más visibles, el silencio. Alí Hanoon y Jorge Cano se resisten a ser arrollados por el fracasso de las sociedades contemporáneas. Cada uno desarrolla su obra desde perspectivas diferentes, pero comparten la misma intensidad en su intención de ... ver'.

En las dos series principales que Ali Hanoon presenta en esta exposición recurre al emparejamiento de fotografías y ahonda de esta manera en la reflexión sobre la reproductibilidad fotográfica. Todas las fotografías de Hanoon son técnicamente impecables y no parece que sea esta la cuestión en la que el artista quiere que nos concentremos.

La perfección técnica hace que entendamos las imágenes rápidamente y pasemos con la mayor suavidad posible de una fotografía a la otra en las parejas propuestas. Del diálogo surgen en la mente del espectador imágenes que sintetizan los contenidos de las fotografías reales. En la serie titulada Time to live, el artista recorre dos ciudades norteamericanas, Las Vegas y Los Ángeles, como un turista más. Pero como artista nos dice que el viaje no está en los lugares retratados, sino en esas imágenes que debemos crear en nuestra mente a partir de las que él nos ofrece.

En la serie llamada The man of the crowd retrata individuos semejantes en lugares parecidos en dos ciudades que se encuentran a miles de kilómetros una de otra, Nueva York y Tokio. En estas obras el diálogo entre las dos imágenes se estrecha aún más. Parece que los retratados se estuvieran mirando, retando o reconociendo y el espectador actuara como un espejo haciendo posible el encuentro.

Un tercer conjunto dentro de la exposición nos muestra obras de carácter más melancólico, una serie de fotografías hechas con cámara polaroid. En este caso las imágenes son más indefinidas y buscan un extraño equilibrio entre lo familiar y lo ajeno. El tamaño y su carácter individual hacen que estén en una situación de transformación, de crecimiento o de búsqueda.

Ali Hanoon nos invita a un viaje alrededor del mundo. Todo desplazamiento implica un punto de partida y uno de llegada pero pronto nos damos cuenta de que no sabemos de donde salimos y si llegamos, si realmente hay un principio y un final. Sabemos los nombres de los lugares donde han sido hechas las fotografías, pero también vemos que son intercambiables: el avión vuela más rápido que nosotros y nunca llegamos.

Jorge Cano: A pie

La ciudad donde vive y trabaja Jorge Cano es muy parecida a cualquier otra gran ciudad del mundo pero con la peculiaridad de que en ella se pueden ver durante largos períodos de tiempo barrios enteros transformados en minas a cielo abierto. De esta destrucción del presente y de la construcción de un pasado imposible se escapan hasta los cadáveres de ilustres pintores. Del fracasso, del ruido ensordecedor parece que los gobernantes y los ciudadanos se enorgullecen hasta tal punto que desprecian cualquier ruido que no sea oficial, rechazando también el ruido vital de la noche. Jorge Cano está más cerca de este último que del estéril, paralizador y mortuorio ruido del día.

Experiencia contemporánea

El trabajo de Cano tiene mucho que ver con la experiencia contemporánea en la ciudad y precisamente esto es lo que trata de trasladar a su pintura, el ruido ensordecedor de la calle, la imposibilidad de narrar y la construcción de ruinas. Podría decirse que es el precio que debemos pagar por vivir en una sociedad avanzada, y que siempre nos queda la privacidad, nuestra casa. Pero entonces es cuando aparecen la televisión, la radio, las revistas, Internet...De esto se ocupa Jorge Cano en el apartado de la exposición donde coloca collages hechos a partir de imágenes extraídas de los medios de comunicación. En este espacio casi doméstico tampoco hallamos el confort prometido, la jungla ha invadido también nuestras repúblicas independientes.

Viajando o no, estos dos artistas se resisten a ser arrollados por el fracasso de las sociedades contemporáneas. Cada uno desarrolla su obra desde presupuestos diferentes, pero comparten la misma intensidad en su intención de ver, cuestión cada día más difícil. Uno desde una zanja y el otro desde un avión ejercen su resistencia, con la única arma de verdadero alcance, el silencio.

Con esta muestra se cierra el ciclo de exposiciones de los artistas seleccionados en la convocatoria de la XV edición para exponer en la Sala de Arte Joven. A partir del mes de abril la Sala inicia una nueva etapa con la presentación del proyecto Sala de Arte Joven 2.0 de los comisarios Rafael Fernández Pena e Israel Sousa, ganadores de la I edición de la convocatoria para la selección de un comisario joven.