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La celebración del centenario de la Gran Vía es un pretexto perfecto para traer a nuestra memoria la historia de esta calle. Se han programado muchas actividades alrededor de esta conmemoración, y el relato con imágenes de esta calle podría ser el complemento ideal. La Fundación ArtSur no ha querido quedarse fuera de este homenaje, y ha decidido unirse con la realización de una exposición del fotógrafo estadounidense. La muestra presentará una selección de imágenes comisariada por Alejandro Castellote, que tendrá lugar en la sede la Fundación ArtSur, durante el mes octubre de 2010.

... style='text-align: justify; text-indent: 1cm;'>Larry Mangino nace en Phoenix (Arizona) en 1956 y con dieciséis años publica sus primeros trabajos en periódicos locales. Después de viajar por toda Europa, se instala en España en 1981 donde realiza reportajes para los diarios ABC, YA, Diario 16 y las revistas Interviú y Dunia. Trabaja durante nueve años en El Mundo como redactor gráfico. Dentro del trabajo realizado a lo largo de estos años, destaca una selección fotográfica de la Gran Vía donde los comercios, los transeúntes, los indigentes, se ven retratados en una colección de 28 fotografías.

Para Mangino, todas las grandes ciudades tienen al menos una gran avenida en donde la cultura y el comercio se fusionan. La Gran Vía madrileña, se convierte, a través de la lente del fotógrafo estadounidense, en un río de asfalto, nutrido por el continuo pasar de la gente. En palabras del artista, 'este trabajo es un humilde intento por rendir homenaje a todas las grandes calles y sus moradores'.

Alejandro Castellote, comisario de la exposición, en el catálogo de la misma, afirma que las fotografías de Larry Mangino constituyeron en los años 80 y 90 una bocanada de aire fresco pues muy pocos fotógrafos españoles se dedicaban a fotografiar las calles de Madrid.

El proyecto ArtSur, convertido en Fundación en el año 2006, dedica sus esfuerzos desde hace 11 años a la promoción artística. Acompañan a estas actividades la realización de proyectos de cooperación cultural en Centroamérica y Marruecos. En su sede de Madrid cuenta con un espacio expositivo que es utilizado para promover y difundir la obra de artistas españoles e internacionales. Los fondos obtenidos de la venta de esta obra se dedican a fortalecer los proyectos que la fundación tiene en marcha.

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LA GRAN VÍA DE MADRID

Cuando llegué a esta maravillosa ciudad a mediados del año 1981, uno de los primeros lugares en llamarme la atención fue este trocito de metrópoli llamado la Gran Vía. He aquí una calle que hace honor a su nombre. Me recuerda mucho a otros trocitos de ciudades como Nueva York o Chicago, con un toque londinense como la plaza de Callao con su gran letrero luminoso de Schweppes, igual que los de Picadilly Circus. Siempre he admirado el trabajo de los compañeros fotógrafos que retrataron estas ciudades míticas. Lee Freidlander y Gary Winogrand en Nueva York, Bill Bradnt y Tony Ray Jones en Londres; me enseñaron lo auténtico de cada lugar y sus personajes sin la aparente intervención del fotógrafo. En Madrid, al principio de los años ochenta yo había descubierto un territorio virgen, nadie, salvo un entonces injustamente olvidado retratista llamado 'Alfonso', había intentado retratar a la ciudad de esta forma. En mis ratos libres patrullaba la Gran Vía de arriba abajo intentando ser la mosca en la pared con cámara, un carterista de imágenes.

Por mi aspecto de forastero los transeúntes me tomaron por turista, y la mayoría me ignoró con más o menos buen humor al pillarme apuntando mi objetivo en su dirección. Unos pocos se enfadaron. Algunos policías a veces me zarandeaban intentando quitarme el carrete (eran otros tiempos), el carné de prensa me salvaba, ninguno quería detener a un corresponsal extranjero por hacer su trabajo. Muchos días andaba y andaba sin apenas tocar la máquina, no veía nada (ni el bosque ni los árboles). Sin embargo, había otros días en que me sentía con el poder de desaparecer a voluntad, nadie me veía, nadie me miraba, ni mal ni bien, eran días maravillosos en que pensaba que estaba haciendo obras maestras con cada disparo. La realidad era otra. Hacía muchas fotos pero pocas me parecieron coherentes con lo que intentaba plasmar: un homenaje sincero a la Gran Vía, su gente y a mis maestros. Probablemente por eso tardé tanto en completar la serie, era demasiado ambicioso.

Mis amigos y compañeros me animaron a seguir con el proyecto en los momentos de flaqueza, que a veces duraban años, cuando era incapaz de acercarme siquiera al gran río de humanidad que abrumaba y empequeñecía a cualquiera -mucho más a las moscas con cámara-. No fue hasta hace pocos años, al empezar a dar clases en la Escuela de Fotografía EFTI, que mis propios alumnos me hicieron ver lo mucho que había logrado con esta serie. Al verla en la web, les llamaba la atención y me preguntaban por el destino final de las fotos. Cuando les dije que nunca se habían publicado me miraban con desilusión y sorpresa. Me abochornaba no haber hecho más para que se vieran en su conjunto. La primera en animarme para que expusiera o publicara estas fotos fue la artista conceptual Paz Muro, dándome contactos y llamando a amigos. Al final, ha sido la Fundación ArtSur, gracias al esfuerzo de su directora, Pilar Fábrega, quien ha acogido esta exposición, con todo el cariño que le caracteriza y que las fotos merecen. Y como veo mis fotografías más como hijos que como simples imágenes impresas en papel, os digo que os estaremos, toda la familia, eternamente agradecidos.

Larry Mangino