Toda la obra es transgresora. Para empezar, el artista usa muros que están afuera, en el espacio público, apropiándose de intervenciones previas, muchas de las cuales son prácticamente invisibles y la mayoría de las veces son apócrifas (excepto las etiquetas). Los lienzos se arrancan principalmente de noche, lejos de los ojos de los extraños. La metodología misma es ajena a la tradición pictórica de una forma común de pintar que habita en la imaginación colectiva.
Todo el proceso es complejo y aborda una intuición pictórica que se origina en el ejercicio de mirar una imagen vernácula omnipresente: las paredes que puede ver cualquier transeúnte y las capas de información visual que se acumulan en ellas. Por lo tanto, existe la conciencia de un palimpsesto cuya hipervisibilidad cotidiana a menudo lo hace invisible. Al mismo tiempo, la matriz operativa de la cultura visual es evidente en este proceso, es decir, la acumulación,...ocultación, sucesión, revelación y adición de imágenes y otra información de signos.
Sin embargo, en la obra de Marta Soares no hay un análisis o descifrado de la dinámica operada por y sobre las imágenes; son recolectados, arrancados y guiados sin perder de vista el hecho de que el régimen visual tiene una voluntad propia; o que hay discusiones que ocurren solo dentro de la esfera de la imagen. Por lo tanto, el proceso, o al menos parte de él, siempre permanecerá oscuro, envuelto en una oscuridad que Roland Barthes asocia con la noche. El artista arranca la noche de la pintura: la buena noche y la mala noche; La noche que tiene lugar siempre; la noche que es trabajo; la noche que es luz; La noche que es mirada.
Entrada actualizada el el 18 ene de 2019
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