Exposición en Buenos Aires, Argentina

Martín Cordiano. Espacio de uso

Dónde:
Walden Gallery [ESPACIO CERRADO] / Av. Almirante Brown, 808 / Buenos Aires, Argentina
Cuándo:
24 sep de 2016 - 22 oct de 2016
Inauguración:
24 sep de 2016
Organizada por:
Artistas participantes:
Correo electrónico:
prensa@waldengallery.com
Descripción de la Exposición
Espacio de uso (O el uso del espacio que hace Martín Cordiano en su primera muestra individual en la galería WALDEN) A Martín Cordiano hace años le preocupa el habitar. No en un sentido profundamente doméstico o específicamente banal, sino más bien en un sentido genérico. La mirada de Martín apunta a lo que es común en el habitar, como si intentara definir un horizonte compartido de expectativas (de los elementos que necesitamos ver para terminar de imaginar un habitáculo) en el cual hacer base, para desde ahí definir un vocabulario común y luego hilvanarlo en una especie de poesía concreta de materiales de construcción, que desestabiliza el lugar y el modo en que estamos acostumbrados a verlos. Vean este conjunto de techos por ejemplo, la primera obra que nos recibe al entrar a la galería, Desniveles (2016): en realidad no son techos. De hecho no son nada techo. Ya estamos ... adentro, abajo del techo real de este espacio delimitado por sus paredes y, claro está, por su techo, que conforman justamente el espacio que nos aloja y nos permite definir la superficie que nos cubre, como techo. Los techos de Martín no nos cubren de nada, ni siquiera nos permiten entrar. Pero nosotros igual vemos techos. Vemos techos porque Martín se encargó de identificar ese material y esa disposición que nos hace ver techos cuando sólo vemos tejas. Las tejas funcionan visualmente como la palabra “techo”. Ese es el punto de partida en el que Martín nos sale al encuentro. La teja está ahí, digamos que para ponernos en tema. En este sentido, Martín utiliza lo genérico, ese horizonte de expectativas, para asegurarse que estemos todos hablando de lo mismo, y justo ahí cuando creemos que sabemos lo que estamos viendo, le quita todo lo otro que lo hace techo; haciéndonos navegar esa fina línea en la que vemos lo que vemos, pero no estamos viendo lo que creemos haber visto cuando nos dijimos a nosotros mismos que estábamos mirando techos. Para hacer este texto aún más confuso, Martín arma con las tejas una especie de horizonte. Un paisaje urbano, como de casas vistas desde arriba, desde un mirador que nos da altura y distancia: una vista de pájaro a altura de hombre. Pero donde tendría que haber espacio habitable, hay estructura. Cientos de maderitas que casi como palos sostienen los techos de manera precisa, pero con una fragilidad que da vértigo, y que nos hace pensar que las tejas están balanceadas. Las esculturas/techo tienen un aspecto frágil y casi provisorio, por usar una de las palabras favoritas de Martín. Cada uno de estos techos, con patas como de jirafa o de insecto, se levanta no para crear espacios sino para sostenerse a sí mismo, para ofrecerse como superficie a mirar. La estructura que funciona de sostén le quita a los techos la propia función del techo. En el uso que las estructuras hacen del espacio (que en una casa correspondería al albergue) le quitan al espacio su uso y a los techos su función. Bienvenidos al mundo de Martín Cordiano. Entre este barrio de techos quedan pasillos que nos permiten seguir entrando aunque el piso parece indicarnos que llegamos a otro lugar, o que en el lugar en el que estamos hay una huella de un lugar anterior. Borrowed Space (2016), que en realidad llegó después y no estaba de antes, es un diseño estampado en el piso con sellos de goma en tinta negra. Los sellos son módulos que Martín utilizó repetidamente para crear esta especie de sombra o fantasma de un hall de entrada a un edificio, un recorte de otro lugar en éste. La repetición del módulo forma un patrón de baldosas coloniales. Baldosas que llegaron de España a esta ciudad, en la época, obviamente, de la Colonia. Pero que son a su vez producto de otro encuentro cultural entre españoles y árabes. Extendiendo ese proceso, Martín coloniza este espacio con el dispositivo del sello, pero en realidad nos trae algo que por estar tan visto en las casas que muchos hemos habitado nos es profundamente familiar. Generalmente baldosas como éstas ya estaban en las casas en las que las vimos (de nuestros abuelos tal vez) y quizá por eso parezca que los sellos, en vez de agregados, han sido descubiertos y nos traen la memoria de un pasado compartido, de un territorio común. Como nuestra memoria también, y como si replicara el proceso de renovación de las casas en Buenos Aires, la obra es impermanente y nuestros mismos pasos la irán borrando con los días. Otra vez lo provisorio, que a veces me pregunto si no será como una especie de curita en la superficie de lo precario. Esta vulnerabilidad espacial es lo que generan las pinturas sin pared con las que nos encontramos si levantamos la cabeza, en vez de mirar tanto el suelo. Estas pinturas de la serie abierta Living Colours (2016) —la traducción acá no es necesaria, pero sí vale la pena aclarar que living significa “viviente”, así como también “sala de estar”, en un juego de palabras entre el animismo y el sofá— se despegan del muro como pieles autoportantes. Martín las hace con sobrantes de pinturas que compra en las pinturerías (una especie de inventario de los colores que otros ya eligieron para recubrir sus habitáculos), pacientemente, capa por capa. Verlas podría, otra vez, darnos vértigo. Después de todo, cuando pensamos en el espacio recorrido, los techos no nos cubren, al piso lo vamos perdiendo a cada paso y las paredes parecen haberse retraído, dejando la pintura suspendida en el espacio. Podría darnos vértigo si no nos absorbiera la tactilidad del material, si no fuera una experiencia que satisface un deseo profundo que parece habernos habitado hace años, de experimentar esta superficie como cuerpo en sí. Podría darnos vértigo si no se parecieran además a los artefactos que suelen habitar espacios como éstos, si de golpe no nos reconfortara la visión de pinturas en una galería, un espacio de ésos que también habitamos tanto. Acá otro horizonte común en el cual reconocernos como comunidad provisoria. Acá Martín nos sorprende con una operación opuesta a la primera: para que veamos pintura, Martín sólo deja pintura, y nos hace verlas como pinturas en plural. Texto curatorial: Amalia Pica

 

 
Imágenes de la Exposición
Espacio de uso. Martín Cordiano

Entrada actualizada el el 02 oct de 2016

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