Nunca pensé que el alma existiera, pero justo sería que hubiera de existir, porque en ese ámbito todos tendríamos la igualdad de oportunidad, la igualdad de negrura y blancura, y la perfecta ambivalencia en cada persona, sin sexo que diferenciar, y así tanto irradiaría en su existencia física como en su neutro no final.
Conozco hace mucho el trabajo primoroso de Berta Ares, y nunca como ahora he visto perfectamente representada mi posible alma en sus recreados objetos de la serie llamada “hoyos nocturnos”. Esa que aparece dentro de aquel cuadrado negro, que viene a estar cortado por una gruesa línea que marca un horizonte bajo, de forma que parezcan gigantescas las otras líneas que surgen en el plano, y que intentan una proporción aurea que nunca se cumplirá. Y ahí, cerca de la intersección entre al abscisa y la vertical, esas perforaciones que son la prueba de que se vivió...expuesto a la intemperie.
Quizá esto no sea una nota de prensa, y sea por el contrario sólo un intento incompleto de prolongación de esos frágiles materiales que utiliza Berta, y esos zurcidos que vuelven a coser las tripas de los sentimientos náufragos.
Berta Ares, tiene un curriculum dilatado, en nuestro espacio ya ha estado en otras ocasiones, la última en 2014, además, cerca de 50 exposiciones, entre ellas las Mostras de Unión Fenosa, su presencia en ARCO, Ayuntamiento de Santiago, Cádiz, A Coruña, Girona, etc..., su trabajo se encuentra, así mismo en una veintena de instituciones, como en el MACUF, en la Fundación Torrente Ballester o el Museo de Arte Constructivista de Marbella, entre otros.
Entrada actualizada el el 09 may de 2018
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