La ordenación de las huellas del pasado, la sistematización de la historia colectiva y la documentación de los acontecimientos sobre los que se levanta el presente y se esboza el futuro de una sociedad, son algunas de las obligaciones que competen a cualquier institución, más aún cuando, como en el caso que nos ocupa, estamos haciendo referencia a uno de los mejores archivos fotográficos de Europa, como es el de Kutxa Fototeka.

Los territorios más sólidos del mundo se caracterizan, entre otros muchas cosas, por el hecho de que todos ellos parecen tener un sistema nervioso central que les dota de unidad, de coherencia, de previsibilidad y de solidez, y esta precisa articulación se construye, en buena parte, teniendo siempre en cuenta de dónde se viene y siendo colectivamente conscientes de qué es lo que se hizo ayer para que hoy todo sea como es, y ... no de cualquier otra manera.

Esto es lo que hace que los principales museos sean vistos como grandes instituciones que actúan como notarios de la realidad de las sociedades que los acogen. Y esto es lo que, salvando las distancias, quiere conseguir Kutxa Fototeka, convirtiéndose en memoria central de la reciente historia de nuestro territorio y mostrando a todos los guipuzcoanos, de la mano de extraordinarios fotógrafos, los escenarios de donde venimos, los sucesos que nos construyeron, las geografías que acunaron a nuestros antepasados y los eventos, tanto grandes como pequeños, que jalonan lo mejor de nuestras tradiciones.

Esta exposición es un ejemplo del esfuerzo de Kutxa Fototeka por institucionalizar nuestro ayer, por ayudar a comprender nuestro presente y, también, cómo no decirlo, por esbozar nuestro futuro.