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El título de la exposición monográfica, “Vou, veño, volvo” que se presenta el 15 de diciembre en la Galería María Prego, coincidiendo con su primer aniversario, alude al regreso a Vigo, una vez más, de las obras del escultor Ignacio Basallo (1952, Orense), de sobra conocido en el panorama escultórico gallego y español a partir del año 80, cuando se dio a conocer como artista en Atlántica. Desde entonces, ha ido forjando su obra hasta convertirla en el gesto de su trabajo diario, de su rutina, de su reflexión constante sobre la ... naturaleza de los materiales y sobre las formas de su tratamiento. Ha elegido siempre partir de lo cotidiano, de lo local, como forma de ascender a lo universal; ha ido eligiendo objetos usuales, objetos encontrados, objetos sin valor, para darles otro uso. Su obra artística es fruto de su contexto inmediato, de su niñez junto al taller de carpintero de su padre, de su formación a lo largo de su carrera en Madrid, Barcelona y Orense, y de su constante y tenaz trabajo diario.

La exposición que ahora se presenta en Vigo está compuesta por piezas de mediano tamaño realizadas ex profeso para esta ocasión, aunque sin renunciar a su estilo escultórico ya inconfundible fruto de la aplicación de un personal lenguaje contemporáneo. En piezas como “Patas”, retoma el leit motiv del mobiliario, que ha inspirado muchas de sus obras: los puntos de apoyo de la escultura, sobre las cuatro patas, que nos evocan de forma inmediata lo que debería ser una silla o una mesa, son extremadamente delgados, afinándose en sus extremos provocando la sensación de inestabilidad. Sostienen, en lugar de objetos, un juego de volúmenes escarpados, a base de formas cúbicas con huecos que penentran y paredes que se quiebran en el vacío.

“Frutos” se nos antoja bodegón. Se trata de una escultura formada por dos piezas, elaboradas a partir de un tronco de castaño, que, por su cuerpo macizo, se mantienen directamente sobre el suelo, inclinadas por sus formas orgánicas, y nos invitan a girar entorno a ellas para poder aprehenderlas. Una vez más, Basallo deja al descubierto la belleza de las vetas de la madera con un acabado pulido que completa con un pequeño toque de policromía. Pero si, iconográficamente, esta exposición sigue las premisas de obras anteriores, es en los acabados donde observamos el cambio más significativo de algunas piezas. Es el caso de la obra que lleva por título “Plata”, en la que incorpora piezas reticulares, a modo de teselas, elaboradas con papel de aluminio, que va superponiendo sobre la estructura base de contrachapado, para generar un efecto de luz y movimiento a través de los reflejos.
Sólo en ese proceso constante de selección, depuración y trabajo de materiales se puede llegar a comprender la complejidad de la reflexión a través de las formas que se evidencia en la obra de Ignacio Basallo.