La obra reclama la identidad marítima de la Ciudad de Palma, llevando la atmósfera portuaria al interior de la galería. El espacio expositivo se explora a través de una cadena hecha de pequeños componentes cerámicos que habitan el techo, suelo y paredes del mismo. Los elementos cerámicos se han trabajado en una cocción sin oxígeno (llamada de “reducción”), de modo que evoquen el óxido que el mar causa a los materiales colindantes. El mar, a su vez, es un elemento importantísimo en la historia de Mallorca.