Norberto Dotor (Almagro, Ciudad Real, 1948), propietario y fundador de la galería Fúcares, acaba de decir un adios limitado al mundo del arte. Hace sólo unos días reunía a un grupo de cercanos para confirmarles lo que ya sabían: continuará con su sede de Almagro, con la que empezó en 1974, mientras cierra su galería madrileña, cuyo local ocupa ya la nueva galería F2 Galería, bajo la dirección de dos de sus trabajadores, Enrique Tejerizo y su sobrina Paloma G. Dotor. En este momento, y tras haber sido uno de los galeristas de referencia madrileños, donde abrió galería en 1987, en la calle de Conde de Xiquena, hasta que el pasado año se trasladó a Doctor Fourquet, calle a la espalda del Reina Sofía, que en estos momentos reune un buen puñado de galerías, Dotor todavía se siente joven con el arte y recuerda que "la asignatura pendiente del arte es contextualizar" y, en esa línea, dice también que "una colección es para crear relaciones" después de reconocer que "no hay seguimiento de los artistas por parte de las colecciones". Y concluye: "Odio la palabra 'Glamour' en el arte, es muy peligrosa. Y más ahora, donde todo el mundo piensa en sobrevivir". Joaquín Gallego le ha entrevistado para ARTEINFORMADO. Estas son sus respuestas:

ARTEINFORMADO (AI): ¿Por qué una galería de arte hace 40 años?

Norberto Dotor (ND): Yo no sé porqué abrí una galería. Siempre me había interesado el arte, pero abrirla en mi pueblo fue osado. No había estructuras de ningún tipo. Fue por inspiración. Luego, por los 25 años de la galería, me dieron la Encomienda de la Gran Orden de Alfonso X el Sabio en el año 2000.

Comencé en Almagro en 1974 con la muestra de una artista de la tierra que hacía exvotos sobre cristal, Susana. Luego en 1987 inauguré en Madrid con el alemán Markus Oelhen, para finalmente comenzar la galería en Doctor Fourquet en 2013 con Simeón Saiz. Entre ellos, artistas de la talla de Miquel Barceló, Bleda y Rosa, Candida Höfer, Miki Leal (que inaugurará F2Galería en septiembre), Andrei Roiter, Jacobo Castellano,...

Ahora, después del verano, en Almagro, se inaugurará una muestra titulada "40 años, 40 artistas" en homenaje a mis 40 años como galerista, dedicada a mi amigo el pintor Joaquín Sáenz, ya ciego, y que me enseñó a oír el flamenco, en Triana. Esta música me ha servido como equilibrio y me ha acompañado siempre. En el Flamenco me reconozco, es una identidad que me une con la tierra.AI: Los amigos de "El loco de Almagro".

ND: Me siento muy cercano a algunos profesionales de este país a los cuales admiro, como los galeristas Juana de Aizpuru, Elvira González, Tomás March o Siboney (que aunque sus espacios no tengan la línea artística que yo he tomado, los estimo), igual que de muchos artistas que, aunque no están en mi galería, los sigo y me cautivan.

Al comienzo, el mundo del arte me puso un apodo. Yo era "El loco de Almagro", pues incluso abría los domingos la galería. Trabajaba mucho, y en Almagro, un domingo de ellos se presentó María Corral a verme diciéndome que tenía muchas ganas de conocerme (por aquel entonces con el Grupo 15, un taller y una galería de grabado). Siempre tuve apoyos del mundo del Arte. Sin embargo, creo que deberían cerrar el Ministerio de Cultura, que para el arte no sirve para nada. Yo llevo 40 años haciendo promoción cultural, y ahora te ves tirado. La última vez que vi al consejero de Cultura de Castilla y La Mancha fue en ARCO y como no tenía noticias de él ni de su departamento desde el año pasado, le dije que no viniese a hacerse la foto.AI: Recuerdos de una exposición.

ND: Mi primera exhibición, como dije antes, fue de una artista que pintaba exvotos sobre cristal, Susana, que inauguró Fúcares Almagro. Pero hay una exposición muy especial y que ahora recuerdo con especial cariño. Está realizada ya en Madrid. Es la de Isidoro Valcárcel Medina, titulada "Oficina de Gestión", en la que el artista sustituyó la placa de la calle de la galería por otra de una gestoría, e instaló una oficina-consulta con su secretaria y todo, en el espacio del primer piso de Conde de Xiquena en 1994. Me gustaría publicar los documentos de esta instalación, en la que el propio artista cumplía con sus horarios. El artista pintó los cuadros que había en las paredes y nosotros nos tuvimos que esconder dentro de la galería. Fue toda una experiencia.AI: ¿Qué es ser galerista?

ND: Ser galerista es impagable. He aprendido mucho a poner en escena a artistas, muchos de ellos jóvenes, a entender procesos de creación, a participar, a ayudar al arte. He dedicado toda mi vida a esto, es una profesión de Fe, y me volvería a meter. La galería no la abrí por dinero, sino por sentir el arte, aunque claro, ahora hay que verlo con una visión empresarial.

Cuando tienes un núcleo de artistas y tienes la galería, llegó el momento de cambiar a Madrid, y apoyar a los artistas, siempre desarrollando un programa coherente donde está la obra de los artistas, que genera un debate y lo hice con toda la ilusión. En Conde de Xiquena he vivido desde 1987 a 2013, donde hice una programación pensando en el arte que te rodea, con artistas de otros países y evitando una lectura local. Yo siempre he querido ser una galería española, sin mirar tendencias de otras grandes ciudades, y por eso me decidí al cambio a la calle de Doctor Fourquet el año pasado. También he salido al exterior a ferias, todo lo que he podido (Basel, París Foto, Pulse, ViennaFair, Artissima, ArtChicago, …). Ahora las galerías españolas no tienen fuerzas.AI: La crisis.

ND: Dejo la galería de Madrid después de estos últimos siete años, que han sido desastrosos, devastadores. Soy realista, veo lo que hay en otros países. Y cuando se promete una Ley de Mecenazgo y no se cumple, y con el IVA altísimo, no se puede hacer más. La economía española es penosa y nos toman el pelo. No sé qué va a ser de este país, donde los buenos alumnos y los mejores expedientes se van fuera. Yo con 20 años menos me hubiera ido fuera, a Amberes por ejemplo con 20 metros cuadrados. Ahora me voy a dedicar también a ayudar a la galería F2.

La asignatura pendiente del arte es contextualizar y poner en valor lo que se produce y ser, además, nuestra seña de identidad.

No hay seguimiento de los artistas por parte de las colecciones ni por parte de los coleccionistas privados. Una colección es para crear relaciones, con nuevas lecturas, y relaciones con otras artes. La parte de ostentación del arte como plataforma social o de propaganda me parece accesorio, es una pérdida de tiempo, no es la sustancia del arte. Odio la palabra "Glamour" en el arte, es muy peligrosa. Y más ahora, donde todo el mundo piensa en sobrevivir.