'(...) Si observamos con atención sus pinturas veremos que en el fondo vienen a ser como una escultura bidimensional de la que se han valorado exclusivamente las luces y las sombras, al margen y con independencia del relieve. Para una primera verificación de lo dicho véanse sus figuras; son construcciones plásticas, a base de planos. Pero si damos un paso más y nos plantamos ante los, digamos, sus paisajes, entonces verificaremos que sin abandonar el primer postulado que hemos formulado, construcción a base de planos que substituyen las luces y las sombras, en esos paisajes, creo que muy frecuentemente urbanos, lo que le importa la artista no es que el color sea un reflejo luminoso de algo sino que el artista ve, capta y mira sin concepto, como color, sin que los colores tengan, por ello, que pertenecer a algo concreto natural. Es más, el ... color le atrae tanto que inmediatamente asocia a él su ímpetu gestual y el color deja de ser tal -se abstractiza respecto del referente- para pasar a ser, como lo entienden ciertos pintores japoneses, simple expresión y plasmación gestual de la energía con que responde y actúa cuando algo nos afecta, al margen y con independencia de su causa. Casi una simple respuesta a un estímulo biológico. (...)'