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'Todo el mundo crece en un determinado entorno cultural donde acepta una forma de pensamiento influenciada culturalmente desde su infancia. Creo que los valores, la religión, la moralidad y los gustos estéticos de una persona siempre convivirán con ella. Los artistas ... siempre construyen sus obras basándose en sus propios bagajes culturales'

Mou Huan

Al explorar la extensa trayectoria artística de Mou Huan, (Sichuan, 1959) se observa que prácticamente en toda ella reside un elemento común que consiste en la renuncia, casi total, de un espacio arquitectónico capaz de contextualizar la figura humana, protagonista absoluta de sus lienzos. Desde esta perspectiva, y a partir del año 2000, Huan despliega de forma recurrente acciones en las que un ser humano, aislado y solitario, va fijando progresivamente su centro de gravedad en el vacío, tal como se observa en las obras Float o Kungfu, ambas del 2005. A pesar de que estos peculiares personajes son el principal hilo conductor del lenguaje narrativo de Huan cabe decir que la pintura es el verdadero adalid de sus escenas.

Asímismo, debemos imaginar las cualidades físicas y los estados anímicos de las figuras o criaturas de Huan ya que ninguna tiene rostro. Son seres anónimos, imprecisos y abstractos que ocultan su cara quizás siguiendo la tradición cultural china por la cual el rostro queda como un concepto sociológico, en general, vinculado a la dignidad y prestigio que posee una persona en cuanto a sus relaciones sociales. De este modo, Huan apenas desvela detalles de la naturaleza de sus creaciones, dejando en manos de la fantasía del espectador una parte de la construcción de los personajes y las escenas.

No obstante, a partir de 2008 se observa cierta predisposición en el artista por incorporar algún dato referencial en sus lienzos. Por ejemplo en Earthquake, 2008 o Space, 2010, aparecen fronteras espaciales y ligeros complementos en las figuras que añaden algunos indicios de naturalismo a los cuadros.

Muchos de los personajes de Huan aparecen desnudos, limpios, sin ropa. Pero ninguno adopta una actitud atractiva, más bien lo contrario, ya que sus movimientos poco naturales o sus posturas en escorzo provocan más dolor que pasión. Sin embargo, sorprende una serie que dedica al desnudo de la figura femenina donde se deja ver, de nuevo, un cierto naturalismo en el tratamiento de las escenas y sobre todo un tratamiento seductor inaudito en la obra de Huan. De igual manera, es curioso que algunos de los rostros de las mujeres reunidas en esta serie queden al descubierto como es el caso de Room, 2006 o Untitled, 2006. Además, llama la atención que ninguna de ellas transmita dolor o angustia como sí lo hacían obras como Tuishou, 2003, No.4, 2007, Yi, 2006, Rad Baby, 2003, o Shadow, 2002.

Este mismo procedimiento por el cual Huan elimina la parte más enigmática y agobiante de su obra lo encontramos en una serie de retratos dedicados a líderes políticos de gobiernos comunistas como Vladimir Putin o Fidel Castro. Estos bustos pintados pertenecen a su obra más reciente en la que parece sentirse cautivado, con mayor persistencia, por la figuración y por la realidad que le circunda. Esto le lleva a ser más explícito en las historias que cuenta, a abandonar esa áurea surrealista que le precedía, ya que ahora tiene necesidad de señalar situaciones, circunstancias o posicionamientos que afectan a una sociedad mundial que se encuentra en crisis. Estas imágenes de Huan bien podrían funcionar como paneles indicativos encargados de que los espectadores tomen consciencia y reflexionen sobre lo que ven al asomarse en ellos.

En esta misma dirección corren las series Event y Made in China o cuadros como 9.11.2011 y Enriched Uranium. En estas piezas que ha producido en los últimos años, Huan nos indica que vivimos en una época en la que tenemos que prestar especial atención a nuestro entorno social en el que diariamente estamos enfrentados a multitud de acontecimientos y, como ciudadanos, queremos saber la verdadera historia que se esconde detrás de cada suceso, ya que cada uno existe por alguna razón.

El cuerpo humano ha sido el principal instrumento de trabajo de Huan. Por él va a caminar para investigar y analizar todas sus posibilidades. De este modo, juega con los cuerpos desde todos los ángulos posibles e imposibles, desde todas las distancias y más allá de las limitaciones que impone su propia naturaleza. Cada figura tiene una constitución única, y a cada cuerpo le adjudica un alma, irrepetible e insondable, de la que es su reflejo. Fiel a la idea de que el arte más grande te devuelve siempre a la vulnerabilidad de la situación humana, la obra del artista chino es una constante reflexión sobre la fragilidad del ser.