Inspiració surge de la voluntad de explorar la intersección entre el arte y la espiritualidad, la duda y la esperanza, la acción social y la identidad.

Se trata de una exposición que conceptualmente requiere de una actitud más espiritual por parte del espectador, para ello la artista ha elaborado un dispositivo para actualizar los protocolos habituales artista-espectador para abrir significados individuales, entorno a una única familia de dibujos sobre papel, fotografía, vestidos, objetos, acciones y pintura.

Individualmente hacen referencia al TU. Una familia de obras en las que la presencia de la obra, por los significados que provoca en el espectador, prolifera sobre la propia presencia del ego del artista, un paso más hacia la desmaterialización del yo frente al lugar intransferible que ocupamos cada uno, la exposición gira entorno a unas propuestas con una voluntad más fenomenológica ... donde el espectador podrá experimentar el lugar que ocupa, en el espacio expositivo como paisaje interior.

Se enfatiza en el uso de la primera persona, al nombrar al otro, TU, para asumir la responsabilidad de nuestros propios pensamientos, sentimientos, acciones, así el espectador no tiene que ocultarse usando un sujeto colectivo frente al artista. Creando una interaccion tu-yonosotros, se rompe la dicotomía artista-espectador.

Los asistentes están invitados a participar activamente en el desarrollo de la exposición a través de distintas propuestas para experimentar durante el tiempo expositivo de la misma.

Susy Gómez

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Susy Gómez no sólo trata de mostrar, sino de introducir al espectador en la experiencia de un acto creativo, a relacionarse, en una suerte de atlas geográfico, focaliza su atención mas que en ninguna otra exposición anterior en la experiencia del espacio expositivo. Un lugar creado especialmente para que ocurran cosas, bajo la luz de una vela, en forma de homenaje. Estas obras, además de significar la radicalización del dibujo a través del instante y la radicalización del instante a través de la inspiración, son el síntoma de una visitación. Hay que decir, dentro de este contexto, que entendemos por inspiración la visita por excelencia, y por dibujo, la dádiva de un recorrido devastador que acaba concentrándose en una gota.

El pronombre personal 'tu' convertido en frase de una sola palabra, que a su vez es una invocación, una imprecación, una alabanza en vocativo. La palabra, la frase, el punto: el punto expandido hasta el extremo en que alcanza una tercera dimensión ilusoria, la gota germinal, el signo mínimo que se vuelve globo semitransparente tomado como uno de los estilemas de Susy Gómez.

Para que el punto se transforme en la frase escrita y, en consecuencia, leída, se requiere una acción explosiva. Es como si el 'yo' de cada uno de nosotros al pronunciar este 'tu' fuese la brizna de un choque entre cielo y tierra. Solamente así la corriente de aire de la fonación podrá ser el soporte de la creación inspirada: en el taller de Susy Gómez esta corriente de aire nos llega por medio del tecnicismo automático de un secador que expande en arroyuelos la gota de tinta del signo.

Situados, y esto es irrevocable, en la fase de la palabra articulada en trance de convertirse en palabra escrita, la -llamémosla así- suite formada por estos dibujos vendrá marcada por la superficie de origen: tabique de habitáculo, mampara de casa japonesa, fragmento de pared, revestimiento que aguanta el hervor de la presión de la creatividad.

Y se crea un espacio a pesar de todo. Las derivaciones del agua, en estos dibujos de Susy Gómez no aluden a ningún ente preexistente sino que son el punto mismo de su trayectoria. De lejos, en síntesis, las obras vendrían a ser una línea infinita que repasaría por los muros blancos de salas de exposición alrededor del mundo que ella visitase.

Uno siempre puede escribir, uno siempre puede sentir, uno siempre puede entonar este monólogo recitativo construido a partir del pronombre personal. Todo depende, sin embargo, de la voluntad que dirige el brazo. El papel, el tejido, han sido el soporte de la palabra escrita, es hora pues de que reciba la visita del aliento, de la corriente de aire, implosivo o explosivo, de la fonación, y que gracias a esto se convierta en la placa de la sesión inspiracional.

Por otra parte, Susy Gómez es experimentadora de la capacidad de resistencia de una chapa de hierro galvanizado, nos encontramos, pues, con que el vestido que aparece en el relato de esta exposición es el resultado de una transacción entre la fuerza atávica del oficio artístico (y del oficio de vivir) y esta otra fuerza impulsora de aire, que es el soporte del cuerpo interno de esta dibujo-escultura y es también la fuerza trepanadora del alma, del papel, del tejido: el leitmotiv de estos dibujos.

Esta partícula monosilábica pronominal personal, además, nos pone sobre la pista de algunas cosas. En primer lugar, se nos revela, en cuanto palabra escrita, como el rastro, como la última derivación de la corriente eléctrica que ha recorrido el brazo.

Analicemos, aún así, esta palabra. Su composición gráfica, por la pura repetición, acaba por parecernos ajena, el alfabeto latín se vuelve alfabeto griego, árabe, ideograma chino, para fijarse por último en la cruz sancionadora, seccionada, discontinua, de la consonante, y en el murmullo fluido de la vocal. La escisión entre continuidad y discontinuidad, entre consonante y vocal, es el gran momento, el destello creativo, el sonido de la inspiración que emiten estos dibujos.

Finalmente nos encontramos ante un punto de esta especie de línea o de nervio, de subtonalidad vertebradora de que hablábamos antes. Llegó el momento pues, de inspirar aire y de lanzarnos a experimentar en la complejidad topológica que se esconde en el interior del punto -de este punto en la trayectoria de Susy Gómez.

Dejar de ser (2011), unas palabras sobre el exprimidor como objeto que se desdibuja. Trasto desvalido, nariz de esfinge, garabato esquemático, justicia poética para el artilugio que extrae el jugo, objeto disecado por medio de la alta temperatura, de una pegajosidad que anhela la pintura. Como base canónica y platónica de una infinitud cotidiana, permanece, sin embargo, inmemorial y secreta. Puesto que es un artefacto cósmico, lo ponemos en nuestra mente como base y pedestal de todos los dibujos. Redundante: exprimidor exprimido. En su existencia humilde y anaerobia hace las veces de modelo a escala reducida de prácticamente todas las cosas que se exponen entorno suyo. Objeto desaparecido a causa del aire caliente en el momento de su desaparición. Pura, intransferible, inutilizada, cobra relieve en la medida en que se nos presenta como si se tratase de un dibujo en la materia. Puesto que es un hecho que no nos encontramos delante de una escultura, pesada, impenetrable, más bien delante de un dibujo en formación: a drawing in progress de Susy Gómez.

Jo (2011), el vestido colgado es un sumidero de líneas. El vestido de tela como soporte del 'tu'. Yo te transporto a ti: rehuimos esta simbología fácil. Aquello que retenemos de un vestido, el vuelo, el abullonamiento hinchado de aire, es aquí una aspiración inerte. Todo queda rescatado, sin embargo, por medio del 'tu'. Las flores del estampado cogidas como en passant conservan el espíritu casual de las cosas poseídas, entrevistas. Toujours recommencer, imborrable, el vestido, igual que la obra anterior, incorpora, como si se tratase de un metalenguaje, la problemática general del dibujo aéreo, y de la trayectoria artística en trance de producirse: sobre la página del dibujo, sobre los muros de una galería.

Sebastià Camps i Gelabert