Heterotopía, el término acuñado por Michael Foucault en su ensayo Des espaces autres. Hétérotopies, alude a un determinado tipo de espacios en los que se cuestiona el unívoco reinado del mapa y su modo de lectura. La cartografía transforma el espacio en territorio. Marca sus límites. Subraya sus fronteras. Lo convierte en un espacio ordenado y 'seguro' en el que uno no puede perderse. La cuestión es que el cartógrafo siempre mira desde arriba, lo que quiere decir que está continuamente fuera de lo que ve. En cambio, la topografía se dedica a describir los espacios desde dentro. El topógrafo pasa de un orden local a otro y, por eso, es capaz de revelar heterotopías entendidas como una pseudo-descripción sistemática que tiene por objeto el estudio, el análisis o simplemente la lectura de estos espacios, que desde su interior pueden resultar diferentes, convirtiéndose en 'otros lugares'.

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El uniforme desbordado, último proyecto de Manuel Antonio Domínguez, se presenta frente a nosotros como la heterotopía de la ciudad de Sevilla. En él, el artista yuxtapone las posibles estrategias de su lectura, reconstruyendo representaciones, clichés, fundamentales figuras retóricas y modelos de la expresión de la masculinidad que habitan en dicha ciudad. Domínguez, con la perspectiva de un topógrafo, desnuda las dinámicas que organizan los campos de inmanencia entre los cuerpos y sus mediaciones materiales. Lo hace con el objetivo de reclamar el paradigma de la masculinidad, apuntando con su mirada acusadora a la imagen hombría construida desde la cultura andaluza.

La exposición plantea como reto la revelación transparente, que desde el carácter performativo del folclore local ha convertido el tradicional modelo antropocéntrico en un absoluto neutral, que no requiere de una legitimación discursiva. Partiendo de la esfera de percepción del propio cuerpo, de la propia sexualidad, pero también de cómo la visión de los colores dentro de una determinada latitud geográfica influye en la forma de percibir la masculinidad y en la fuerza de los estereotipos que se mueven dentro de esa categoría, Domínguez perfila un particular retrato robot del sospechoso, que embute a cada uno en el uniforme del heteronormativo ideal de ser 'un hombre de verdad'. Además, pone de manifiesto que la identidad sexual es un ejemplo de una imitación cultural que adquiere el estatus de realidad a raíz de la inmutable y sistemática repetición de gestos y actitudes, creando la ilusión de 'naturalidad'.

Las piezas incluidas en la exposición El uniforme desbordado crean la base de un acto gradual alusivo, a menudo simbólico, de apertura a nuevas formas de masculinidad, no hegemónicamente dominantes, no jerárquicas, huidas del traje fabricado en (una única) serie y de su limitada oferta de tallas y colores que pueden multiplicarse bajo la bandera de la deseada democracia agonista.