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'Yo quería hacer todas las cosas ... que la gente decía que no se podrían hacer en el mundo del arte nunca más: Innovar, transformar y tener un alto grado de libertad.'

Estoy en el estudio de Matías Cuevas en Long Island City, Queens, escuchando a un pintor argentino de 32 años que habla como un experimentado artista de 64. Alrededor nuestro se disponen las obras que pronto serán enviadas a Tenerife, España, donde tendrá lugar su primera exposición en solitario en una galería. Además por sus pinturas (que son transformaciones tan genuinas como a la vez magníficas y sorprendentes) me encuentro fascinado por la conversación con Cuevas, por su madurez de artista precoz.

Cuevas habla con cautela, a veces incluso tímidamente, pero se precipita con entusiasmo cuando llega a un concepto que encuentra especialmente interesante o, alternativamente, mortificante. Entre las últimas ideas había una que se repetía, formulada por algunos marchantes y comisarios arrière-garde, que dicen que su obra es principalmente una broma confeccionada en un cuerpo de modernidad tardía. Sin duda no, dice Cuevas apasionadamente.

'Cuando comencé, tenía muchas ganas de hacer algo nuevo, una especie de abstracción que fuera a la vez parte del mundo del arte y también y más importante que fuera parte del mundo cotidiano', dice Cuevas. Un creador de pintura inventiva y unas esculturas totémicas totalmente nuevas, el argentino bebe libremente de la obra abstracta de mediados de siglo pasado de figuras como Jackson Pollock, Clifford Still y Helen Frankenthaler. Sin embargo, su lirismo genuino y el ingenio de sus esfuerzos transforma pesadas florituras ??en imágenes ágiles, muy poco convencionales en la pintura del siglo XXI. Viendo su obra (que sin esfuerzo aúna la tradición y la innovación, la experimentación y el rigor formal, homenaje y visión personales) descubrimos algo rutinario de la misma forma que ocurre cuando vemos algo realmente nuevo.

Cuevas, en efecto, ha reinventado de arriba a abajo el proceso de pintar. Al apropiarse de materiales totalmente novedosos para la práctica de la técnica más antigua, más tradicional y con mayor carga histórica, básicamente ha dado un aire de vida nueva a una disciplina milenaria. 'Quería encontrar materiales que funcionen como la pintura sin estar pintando', dice refiriéndose a la alfombra que utiliza como lienzo, el aluminio se emplea como marco, y los disolventes, diluyentes, acrílicos y sopletes que utiliza como si fuesen pinceles, raspadores y espátulas. El hecho es que se las arregla para impregnar repetidamente con materiales humildes y asi dar un gran impacto visual (quema fragmentos de la superficie de la moqueta pintada y luego aplica disolvente 'desdibujando'), es lo que da a sus obras esa carga de espectacularidad como si fueran fuegos artificiales en dos dimensiones.

El producto de la Epifanía en la Ferretería que tuvo cuando vivía en Chicago, pues actualmente reside en Nueva York,recuerda cómo creó un equilibrio entre las cualidades literales de los materiales que seleccionó, y los convencionales: las herramientas del Renacimiento a las que estaba intentando sustituir. 'Quería que los materiales funcionaran como la pintura sin estar pintando', dice ahora. Viendo el presente, Cuevas se adentró en el grial de todos los pintores desde que empezaron a representar el mundo y sus ideas importantes en un pedazo de tela: el dar nombre, frescas variedades de composición, a través de la que generar un nuevo objeto, centrado en la visión de lo bello; o, como dice él muy valientemente, 'lo poético'.

'El mundo está lleno siempre de las mismas cosas esenciales, desde los Sumerios hasta hoy', dice Cuevas con una sabiduría que oculta su juventud. 'Lo que cambia es como las percibimos.' La máxima americana de Henry S. Hoskins dijo algo similar hace muchos años: '. Las grandes obras maestras fueron una vez pigmentos sobre una paleta' Para Cuevas, las obras de juventud, que constituyen sus pinturas clásicas fueron realizadas con objetos fáciles de encontrar en los pasillos de Home Depot o la tienda de la esquina. A partir de esa modesta pero grandiosa epifanía, este joven artista ha creado una paleta, una visión y una poesía que es única, reveladoramente suya.