En la pintura de Jack Davidson, el color, a menudo aplicado directamente del tubo, es lo primero que destaca. La yuxtaposición de dos (o como máximo tres) formas de color juega con nuestra percepción, con aquello que parece estar en un plano anterior o posterior, y con nociones de profundidad y de lo plano. A primera vista, los colores parecen encajar perfectamente, pero, luego, empiezan a saltar de adelante a atrás, y viceversa, en una danza óptica de colores complementarios e imágenes persistentes.

La pinturas de Jack Davidson delatan un equilibrio precario. Davidson expone así su aversión a la técnica pictórica, sin embargo, sus habilidades con el color y la composición compensan sobradamente cualquier decisión. El borde duro contrasta con el blando, las líneas rectas con las temblorosas definiciones de algunas formas. Si, en la abstracción, el virtuosismo pictórico se ... convierte en un problema, su sello personal es pura suficiencia.

No estamos frente a simples pinturas geométricas. No son meros ejercicios formales buscando una perfección idealizada. Tampoco son, como en tanta pintura abstracta hoy, un pie de página, una referencia histórica. Más bien, Davidson pinta con humor y gracia. Sus obras son directas e inmediatas. Están hechas con frescura y espontaneidad, un equilibrio de precisión y facilidad. Pero poseen, también, una gran tensión y ambigüedad que no es más que una forma de reconocer que, más que una verdad, hay verdades.