Todo consciente creador de Arte ejercita su propia ascesis, sólo que esta ascesis se mueve soterrada en su obra, esperando al lector perspicaz y zahorí que la desvele. Así es como comienza el prólogo de Kostas E. Tsirópoulos en el libro Ascética del griego Nikos Kazantzakis (Ed. Kyklades, Barcelona, 1986). Esas reglas y prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y el logro de la virtud son cultivadas por los artistas dentro de su mundo creativo y redentor. Es el don del creador, el camino de perfección de los ascetas en su sed de elevación y conocimiento, la expresión de su espíritu hacia la depuración del alma y su éxtasis con la divinidad, que en el caso del artista no tiene por qué ser Dios, sino la perfección y la búsqueda de la belleza.

Sergio Delicado práctica su propia ascesis ... a través de la materia. Pudiera parecer una contradicción contener en una misma idea alma y materia, espíritu y cuerpo, la propia contradicción que es el ser humano. Pero en Sergio el espíritu se plasma a través de los cuerpos, el alma del artista reflejada y plasmada gracias a la materia.

De manera consciente este autor practica una creación multidisciplinar que abarca escultura, pintura, libros de artista y poesía visual, juegos sin duda con la materia en donde, como el poeta, este autor sugiere posibilidades de mundos más allá de lo físico, dando una vuelta de tuerca y jugando con lo material para demostrar que no todo es como podemos ver, sino que la materia guarda otras identidades. Así ocurre con algunos de sus juegos visuales en Sonata de otoño o Donde anidan las palabras, sorprendentes ejemplos de esa sugerencia de una materia encasillada en nuestro mundo sensible pero que el artista muestra en su mundo ascético más allá de la mundanal realidad de las cosas. Para ello Sergio echa mano del material encontrado, la piedra, la madera o el acero que ofrece cotidianeidad y acaecer continuo de formas naturales para dar una segunda lectura pasando del mundo sensible al mundo de las ideas. Es así como el artista crea una lucha entre su identidad y la frialdad de la materia para lograr plasmar el alma sensible de las cosas y, de manera consciente, percibir el carácter de su existencia.