Ha habido muchas maneras de explicar el impulso creativo, en su caso, considera que 'surge de la necesidad de luchar, inútilmente, contra la insignificancia de uno mismo'.

Desde hace algunos años, Loyola persigue un objetivo: la belleza que es inexplicable, y que no sabemos que necesidades debe satisfacer-un empeño sospechoso hoy en día-.

Para ello el artista retoma los objetos figurativos, la tercera dimensión, los colores, los lienzos, la pared: queriendo rescatar del olvido -alejado de la imagen fotográfica- las imágenes de unos breves instantes, hacer duradero su carácter pasajero y efímero.

E intentar que surja una sensación de vitalidad que contagie al espectador y suscite emociones, sensaciones y deseos, que hagan vibrar el alma, el espíritu, la conciencia, o lo que sea, con más intensidad.