'Frustrado sexo, Arte plena'

Glauber Rocha sobre Federico Fellini

Las fotografías de Juan Haag podrían verse como la búsqueda de un artista en pos de sus propios fantasmas y la sombra de su deseo. Tanto la breve arqueología del encuentro amoroso -y sus escenarios clandestinos de cortejo- como las notas mínimas sobre los lugares de las drogas ilícitas, constituyen en conjunto una meditación sobre lo real y lo imaginario, una reflexión acerca de la ilusión fotográfica.

A la vez estas imágenes se relacionan con un imaginario colectivo muy definido: Por un lado la exploración de la sexualidad en su faceta clandestina, promiscua y carnavalesca que tiene sus raíces en el llamado 'meat district' de Manhattan retratado por William Friedkin en Cruising (1980). Por otro, el trabajo de espionaje y captura, que recuerda 'esas profesiones ... archivadas que están en relación con detectives, reporteros, fotógrafos, directores de cine, médicos, policía de procedimientos técnicos, fiscal y de narcóticos, corredores de bolsa y traficantes de armas.' Un tercer lugar lo ocuparía el paisaje, los lugares varados entre lo urbano y lo rural, un romanticismo pre y (quizá) post apocalíptico donde encuentra refugio lo 'natural' y lo 'inocente.'

En estas imágenes, en su juego entre el cazador y la presa, en la búsqueda obsesiva e indiscreta del fragmento delatorio, el ojo artificial de la cámara y la fuente de luz hacen evidente la encubierta opresión psicológica, política y sexual en que vivimos, remitiéndonos constantemente a la pantalla de cine, donde, siguiendo a Cabrera Infante 'al revés de la vida, mientras más grandes las sombras mejor la visión'.