Desde que Derrida señala el abandono, y la inoperancia, de la filosofía en la búsqueda de certezas, se empieza a comprender que ya no se puede recibir la realidad sino como un texto sobre el cual ejercemos lecturas sucesivas. Este hecho, asumido tal como parece que ha sucedido de forma global, ha acarreado que los problemas hayan desaparecido del modo como se habían recibido hasta entonces, para ofrecerse como un conjunto de textos sujetos a lectura y reescritura.

La deconstrucción, término con el que se intenta recoger los principios básicos de este proceso de desfundamentación, se ha popularizado hasta tal punto que se puede ver aplicado en todos los campos y a todas las prácticas sociales, políticas, artísticas, económicas, etc., dando lugar a un medioambiente deconstruido donde la lectura del texto que somos, encuentra serias dificultades para comprenderse o estabilizarse.

El proyecto de Aitor Lajarín titulado LOST realizado exclusivamente para Trayecto Galería, ... encuentra su ámbito de lectura y reescritura en el proceso descrito anteriormente, sobre todo en la estructura instalativa que responde perfectamente a lo que se entiende por "diseminación". El proyecto comprende un conjunto de pinturas y fotografías además de una instalación de gran formato que incluye, a su vez, pinturas, fotografías y videos.

La exposición y el montaje general de las piezas en la galería es un despliegue narrativo-espacial que funciona como un relato en su conjunto aunque cada pieza sea un elemento autónomo que pueda funcionar por sí mismo. En el despliegue de elementos en el espacio de la galería, el autor, ofrece al espectador el material narrativo "en bruto" de una o de unas historias posibles: lugares, mapas, indicaciones, personajes, acciones y objetos todo ello con diferentes tratamientos y desde diferentes puntos de vista. Se trata de crear a través de elementos diversos y de su modo instalativo, unos ritmos narrativos y una noción cinematográfica de planos cortos, medios, panorámicas y secuencias. A pesar de todo desconocemos la estructura, el orden y el argumento. Aitor Lajarín proporciona todo el material rodado y somos nosotros, como espectadores, los que nos proyectamos, los que a través de nuestra propia experiencia realizamos el montaje y le damos sentido a lo que vemos.