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Numinosas es una serie de retratos de estilo barroco en los que modelo los rostros de las religiosas con piedra, datada entre los siglos XII y XV, del claustro del monasterio donde habitan.

En 'Numinosas', quise explorar primero mi interacción con este universo de difícil accesibilidad. Al descubrir la belleza y la antigüedad del claustro, sentí una conexión instantánea como si las hermanas se hubieran convertido en el propio espacio. Quise recrear ese mundo que imaginé de personalidades escondidas y erosionadas, fusionando la carne y la piedra.

Creo que el arte no se funda ... sobre una técnica específica, sino en función de las propiedades simbólicas que cualquier material u objeto puede ofrecer y las relaciones que pueda mantener éste con el contexto donde participa o se inscribe. Algunas estrategias conceptuales que utilizo tienen que ver con la fragilidad corporal -el cuerpo siempre como medio y como objeto de estudio-, y la noción del tiempo.

Trabajo con frecuencia entre lo contemporáneo y lo clásico. A través de mi trabajo intento dar vida a temas de la memoria colectiva que parecen estar enterrados, pero que son parte del retrato de nuestra época.

Ivana Larrosa

Trascender significa pasar las fronteras para llegar a otro lugar, otro estadio, otro conocimiento, un lugar superior, más alto: de trans, más allá, y scando, escalar. La idea de trascendencia implica una comunicación entre lo que está dentro con lo que está fuera, o lo que es lo mismo conectar con lo exterior para poder conectar con lo interior.

La investigación de Ivana Larrosa se interroga sobre los gestos, rasgos y expresiones de mujeres que viven en clausura entregadas a una búsqueda mística. Ese camino interior implica una comunión con lo que nos rodea, una fusión donde se confunden los límites y las fronteras habituales que administran nuestra forma de entender el mundo. Para la meditación trascendental en ese momento de conocimiento total los sujetos son intercambiables, el yo se confunde con el otro, que se confunde con aquel, pero también con el entorno.

Por eso no es casual que Larrosa se haya fijado en la piedra que compone el claustro, el material que rodean estos cuerpos transformándolo en su propia piel. Piedra del siglo XII y XV que también representa lo liminar entre el interior y exterior a la clausura: contundente, sabia, erosionada, silenciosa, fría y eterna.

Porque el tiempo es fundamental en esa operación de mimetismo con el entorno que siempre está en cambio pero que siempre permanece. Al igual que la piedra esas mujeres sin nombre aparecen al desaparecer, hablan al callar: hay una cita secreta entre lo arcaico y lo contemporáneo, decía Aganbem. Esos rostros-piedra contienen la promesa de una mediación hacia una compresión más plena del yo en un poderoso tiempo presente.

María Iñigo Clavo