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Jorge Barbi encarna una de las trayectorias más interesantes de la escena artística en los últimos veinticinco años, tanto por los parámetros en los que se ha desarrollado su práctica creativa -especialmente escultura, fotografía, e instalaciones site-specific- como por su independencia de las reglas del mercado y del sistema artístico en general, con una actitud irrenunciable desde la que continúa hoy en día recorriendo su particular territorio de introspección poética y conceptual. La reflexión sobre el paso del tiempo, sobre los objetos y su contexto, la dialéctica forma-contenido, y la preocupación en torno a los mecanismos de percepción, son algunas de las constantes en su obra.

El título de la exposición del MARCO, 41º 52' 59' latitud N / 8º 51' 12' longitud O, se refiere a las coordenadas geográficas que comprenden la zona por la que el artista realiza sus recorridos diarios.

Desde principios de los años ochenta, Jorge Barbi adopta el viaje, el paseo, como método de trabajo para la observación de una geografía que conoce bien y de la que sabe extraer un amplio repertorio de restos y accidentes, una cartografía exhaustiva del paisaje y de los elementos cambiantes que lo conforman. La naturaleza le proporciona toda una serie de objetos y lugares de los que se apropia, tanto por su carga energética como por la posibilidad de incorporar nuevos valores simbólicos. El ejercicio del paseo y la observación cotidiana de animales, piedras, algas, plantas, excrementos, trozos de madera y también otros objetos de naturaleza inorgánica, convierten a Barbi en una especie de científico que registra minuciosamente sus transformaciones y desplazamientos, que más tarde, y a partir de un proceso lento y minucioso, convierte en fragmentos poéticos y enigmáticos.

La exposición del MARCO, destinada a todos los espacios de la planta baja, reúne varias series de fotografías de los últimos años, junto a una selección de obras anteriores, y varias piezas realizadas específicamente para esta muestra o de nueva producción.

El comisario, Juan de Nieves, ha intentado huir del concepto de 'retrospectiva' al uso y de las secuencias cronológicas en la presentación de las obras, para establecer un orden propio, circular, específico para este proyecto, que hace énfasis en la idea de proceso y, sobre todo, en un recorrido de gran intensidad poética. El montaje ha tenido muy en cuenta este concepto expositivo, sacando partido de la combinación de estructuras arquitectónicas, condiciones lumínicas y recursos visuales, que subrayan las relaciones entre las obras, en un diálogo continuo de obras anteriores con trabajos más recientes. En algunos casos, las piezas se han hecho específicas a través de la propia arquitectura del museo, con la transposición de las obras a otros formatos, como es el caso de las obras -inicialmente escultóricas- Diluculum, y Aquí tampoco se desvela ningun enigma, o de la gran instalación titulada Esperanza de vida animal, en uno de los patios. En el centro del panóptico, el disco de poliuretano titulado Estoy perdido, no me retenga supone casi una declaración de principios, mientras la galería central acoge una proyección en nueve canales de más de doscientas imágenes fotográficas procedentes del archivo personal del artista.

TEXTO DEL COMISARIO

'A lo largo de los últimos veinticinco años, Jorge Barbi ha recorrido casi diariamente el mismo paisaje. Este 'pasear' supone un íntimo ejercicio físico y espiritual en el que el artista se confronta con el paisaje apenas alterado de su infancia, y con el cual mantiene una estrecha relación emocional. A partir de esta práctica sencilla y cotidiana pero profundamente arraigada, Barbi ha extraído del lugar -de su geografía- todo el repertorio de imágenes, objetos e ideas que conforman su pensamiento artístico.

Si bien la mayor parte de su obra está asociada a una dimensión escultórica -desde la mera apropiación de objetos encontrados hasta la manipulación más elaborada-, no será hasta finales de los años noventa cuando su trabajo se materialice en diferentes series fotográficas que parten de una observación minuciosa de la naturaleza y sus transformaciones, y de su atracción por la versatilidad formal que adoptan sus variados accidentes.

Durante los últimos diez años, el registro de esas imágenes constituye un extenso archivo y a la vez una topografía 'localizada' de fenómenos temporales. Para su realización, el artista ha asumido una doble función: la de un científico y la de un poeta, para un espacio y tiempo determinados.

Para su exposición en el MARCO de Vigo, el punto de partida lo constituyen varias series de fotografías realizadas en los últimos años, junto con una cuidada selección de piezas anteriores, de modo que a partir de este conjunto se puedan establecer nuevas lecturas de su trabajo. Por otra parte, la noción de retrospectiva queda cuestionada no sólo en términos de una supuesta lógica cuantitativa, sino sobre todo por el hecho de prescindir de un esquema cronológico que tiende a limitar las capacidades de evocación poética y sensitiva de la obra.

La manera de asociar diferentes trabajos en el espacio, la importancia del vacío, la emanación de una luz propia o externa, las diferentes formalizaciones en definitiva que estas imágenes pueden adoptar... todo ello está presente en un juego de tensiones y equilibrios a fin de que el hecho expositivo se convierta en una verdadera experiencia sensorial para la audiencia.

Cuatro de las series referidas se corresponden con diferentes accidentes naturales que el artista ha ido descubriendo en sus paseos diarios. En su materialización la dimensión temporal juega un papel decisivo. Así, en Charcas y Excrementos de gaviota, las rocas alojan oquedades y detritus sedimentados lenta y persistentemente; y del mismo modo, en las series Espuma y Paisajes de arena, se trazan las formas caprichosas de un tiempo fugaz e irrepetible. Por otra parte, Barbi prolonga la sorpresa del encuentro al desdoblar simétricamente estas imágenes con el objeto de extraer nuevas formas insospechadas e inquietantes.

La serie Antes/Después recoge las transformaciones producidas tanto en el paisaje como en el entorno cotidiano del artista. No hay subjetividad alguna en estas imágenes, tan solo la aséptica constatación de los cambios que reflejan el paso del tiempo.

Los elementos encontrados que generan estos trabajos están representados en un esquemático mapa personal en torno a una línea de costa de 20 kilómetros, formando una topografía circular y concentrada que podría definirse como un 'archivo de descubrimientos', verdadero diario visual y poético del artista a lo largo del tiempo.

Este proyecto incluye también una selección de piezas de diversa naturaleza realizadas por el artista a lo largo de toda su trayectoria. Más que atender a una vinculación temática con las series fotográficas antes expuestas, se ha favorecido la inclusión de obras que puedan establecer conexiones transversales, de modo que el resultado se aproxime más a la idea de un paisaje emocional. Para ello, y entre otras piezas, se incluyen Reconstrucción (1989), Little Bang (1993), o Solutio Perfecta (1997)'.

Juan de Nieves