La exposición presenta un total de 38 obras realizadas a lo largo de las tres últimas décadas.

De hecho, si lo que sorprende a primera vista es la variedad de lenguajes y materiales utilizados, hay que destacar el trabajo que el artista hace con ellos. Y es que las piezas que componen la muestra desprenden un hálito de vida fuera de lo común. Quizá debido a la calidad matérica de las obras, de texturas porosas, superficies lisas y ensamblajes hechos con la propia piedra o quizá, más probablemente, por la manera de trabajarlas.

Blanc coge trozos de la naturaleza, de la realidad y los modela, convirtiéndolos en pequeñas porciones de esta especie de alma universal que flota en su discurso. De esto resultan estampas rasgadas de la casualidad momentánea, instantes dotados de un movimiento inacabado, infinito, la continuidad del cual bebe de este "non finito" miquelangelesco que impregna algunas de sus obras.

De ... hecho esta organicidad le da una apariencia de escultura modelable, como si fuera susceptible de ser modificada en cualquier momento. Para ello, pide la complicidad del espectador, que ha de completarla con su mirada. Esta contemplación evidencia el uso de la sombra hecha volumen tal y como nos recuerda el crítico Vidal Oliveras en el texto del catálogo, que obliga al espectador a rodear la escultura , siendo el entorno y este gesto parte de la obra misma.

La geometría variable de las composiciones, pues, hace que el artista pase con facilidad de la angulosidad de las formas rectas a la sinuosidad de aquellas más curvilíneas. Este Pigmalión involuntario, en fin, da vida a sus obras con una sintaxis poliédrica que desborda los propios límites del lenguaje escultórico.