“40 ruidos de fondo” es una instalación sonora e interactiva que aborda la percepción limitada de la realidad marcada por los medios tecnológicos, que a su vez son instrumentos para hacer emerger la memoria inconsciente que todos encerramos. El proceso de elaboración de este proyecto, hasta su consecución final en forma de instalación en La Bodega, se desarrolla en tres fases. Se trata de un proyecto que comparte ideas con otros del mismo autor (Pedro Guirao), como la transformación del artista en diseñador de sistemas de relación con la memoria, y del espectador en usuario de dicho sistema, agente activo, coautor y elemento indispensable para la existencia del hecho artístico; la fragmentación de una experiencia individual convertida en juego azaroso con el que componer una experiencia colectiva; la utilización del intermediario tecnológico como herramienta indispensable para el acceso a los contenidos.

... 0cm 0pt">En “40 ruidos de fondo” existe una estrecha relación formal y conceptual entre el espacio arquitectónico de La Bodega, el diseño urbanístico de la ciudad y el proceso, sistema, fases de trabajo y resultado final de dicho proyecto: la ubicación de cada una de las tinajas de La Bodega, superpuestas sobre un plano de la ciudad, determina los puntos de registro sonoro; la interacción del visitante con los documentos sonoros responde a un juego irónico provocado por la forma de revólver que dibuja el contorno de la sala, convirtiendo al usuario de la instalación en inocente jugador de la ruleta rusa; al ser el espacio de La Bodega el sótano del edificio, establece una relación directa entre éste y el subconsciente o la memoria escondida, siendo las tinajas vacías esos contenedores de información no identificada, ruidos de fondo alojados en interiores ocultos de nuestro cerebro.