Una acción real y una proyección poética se articulan durante el tiempo de una cena en la cual el artista con los invitados subvierten sus perspectivas como sujetos en una balanza, la de una acción de consumo material, espiritual y creativa.
Los participantes comen, tocan y beben, interactuando como modelos, espectadores, actores que pueden escenificar con su propio cuerpo, con otros participantes y con los objetos en la mesa, el cuadro, bodegón efímero, que ante ellos se proyecta en movimiento sobre el muro.
El lienzo en su función utilitaria como mantel pintado al óleo se proyecta en el muro a modo de cosmos que sintetiza un universo con 2 perspectivas, una inmanente y una trascendente.
El tiempo de lo grande, consumido, digerido, orgánico, táctil y visible, o el tiempo de lo pequeño, del conjunto de todas las partes en el cuadro proyectado, es la dimensión armónica que el arte ha aprendido desde hace...milenios a contemplar como un valor fundamental de nuestra supervivencia humana, en una deseada armonía.
Entrada actualizada el el 22 ene de 2018
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