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'Yo creo que la culpa de todo la tiene el mundo. El mundo este que se empeña, una y otra vez, en dar vueltas sobre sí mismo, vueltas y más vueltas, y también en hacernos más viejos día a día. Nos cansa, nos consume, nos derrite como helado al sol, como muñeco de nieve o de sal y nos quita el sueño, y también nos quita la ilusión'.

El secreto para sobrevivir a todo ello y, de alguna forma, expiar la condena que nos presupone el paso del tiempo, tal vez, yo creo que está en ... darnos cuenta de aquello. Pararnos un leve instante. Levantar la mirada hacia la lluvia que cae. Detener el tiempo. Al fin y al cabo tratar de congelar el tiempo en imágenes.

Esa es la propuesta de Ana de la Cerda en Microteatro por dinero.

Su obra pictórica es un retrato de mundos distintos, de personas y cosas, bodegones que componen escenas diferentes en las que cada espectador puede encontrar su sentimiento más propio del tiempo congelado.
Escenas reales, escenas irreales. Escenas dramáticas, a veces irónicas. Obras inconexas, pero amarradas fuertemente entre sí, con la firme y tenaz idea de representar ese pasar paulatino del tiempo.
La memoria, la vejez, los recuerdos, la soledad, la nostalgia.

La enorme capacidad técnica de Ana de la Cerda nos conduce, a través de un realismo pictórico deslumbrante, a la representación de aquellas emociones que el paso del tiempo suscita.
REALMENTE, EL TIEMPO aquí se detiene en algún instante, se nos muestra, muy a pesar nuestro.

Ana nos avisa. Sólo es un momento. Ana nos avisa que debemos darnos cuenta de todo aquello, mediante 15 imágenes detenidas.

Más tarde, aquel fuego seguirá derritiendo la cera. El mundo seguirá intentando dar vueltas en torno a cualquier sol.

Pronto será otoño. Y las hojas, cada vez más rojas.