Aunque estas cuatro artistas hayan optado por diferentes planteos a la hora de abordar el proceso de construcción de sus obras, es posible no obstante observar algunas intersecciones relevantes, que nos permiten hablar de elementos comunes.
En principio afirmar que si hay algo que las une, es la propuesta de una nueva realidad. Como si cada una pudiese expresar con su pintura, algo que se parece a un informe sobre el espíritu. Absteniéndose, tanto del hecho de aplicar la pintura con una intención consciente, como de la idea de poseer una imagen preconcebida, del aspecto que debe adoptar un cuadro. Como si sus manos fuesen dejadas a un libre albedrío. Y estas tuviesen la capacidad de crear las imágenes por sí mismas. Mecanismo que procede del resultado de las actitudes, más que del empleo elaborado de un discurso formal. Y en este sentido, las razones están dadas por ese ingrediente que...surge cada vez que las emociones predominan sobre la voluntad de alcanzar objetivos meramente formales.
Y si una cosa parece clara es que su territorio es la pintura. Y a ésta se entregan por una intensa pulsión vital, y por una íntima creencia, que obedece a la fidelidad a sus principios interiores. Y es probable que ese motivo sea el puente que nos conduce hacia aquellos instantes de intuición pura, que es el dominio más genuino de la abstracción.
