Don Nadie, Zombra y Daniel Rabanaque conforman el núcleo principal de un proyecto colaborativo de carácter experimental que investiga las derivaciones del uso de la palabra hablada en su relación con la música rock y la imagen en movimiento.
Inmersos en un territorio híbrido entre lo que denominamos tradicionalmente como 'escénico' y planteamientos menos encorsetados como la acción espontánea, los hapenings y la performance, este grupo multidisciplinar establece, en el contexto de una galería de arte, un dispositivo de lectura apropiado para su registro en vídeo y la consecución de una pieza-documento que posteriormente será exhibida en formato instalación monocanal.
El proyecto, articulado en torno a la figura del poeta Daniel Rabanaque, permite un formato de representación de códigos estéticos y conceptuales cercanos a la polipoesía, el spoken word y la poesía sonora.
El discurso gira en torno a temas como la construcción social de lo cotidiano, los dispositivos de control social y...las interrelaciones de estos con estructuras de poder.
Existe en el mismo, un anhelo por reclamar a gritos un cambio interno en nuestra forma de relacionarnos en el espacio político. Se defiende el amor como arma de insurrección. El juego de palabras es utilizado con precisión para construir densos collages multicapa.
Hay también un cierto aire evocador de propuestas anti-poéticas como las propugnadas por el poeta y matemático chileno Nicanor Parra. De la misma forma, el colectivo mantiene un posicionamiento contra cultural, debidamente actualizado al siglo XXI y con el amor, de nuevo, como elemento central presente.
Para todo ello se sirven de narrativas que conjugan un lenguaje crudo, explícito y urbano con elementos evocadores, estructuras metafóricas y referencias constantes a los sueños.
Este colectivo, que conforma una estructura estable de trabajo desde hace dos años, se halla próximo a formas rizomáticas en el desarrollo creativo de proyectos.
Don Nadie, un dúo que puede ser grupo ocasionalmente, realizan composiciones imposibles de categorizar, con apuntes de rock americano, cercanas al blues sureño y a un temprano post-rock, y registros vocales, que van desde el susurro al grito desgarrador aportan el nervio versátil al 'escenario' representado.
En el otro extremo, Zombra, un sub-colectivo de artistas visuales de formación variable, realizan un trabajo preciso de contextualización visual y reinterpretación de significados narrativos en formato video proyección. Utilizando tecnología que permite editar vídeo en tiempo real, ensamblan clips largos a los que superponen diferentes capas con efectos, componiendo piezas visuales dotadas de una enorme coherencia narrativa, huyendo de la tentación decorativa que esclavizada por los b.p.m. que marca el Dj, ha estado tan arraigada en la cultura Vj.
Don Nadie, Zombra y Daniel Rabanaque nos invitan a una experiencia compartida, llena de compromiso y humor, que ellos definen como 'una vivisección en directo del alma, el centro de las emociones'.
El registro documental de la acción aporta el valor añadido de potencial rompedor de audiencia y emplaza al espectador a leer y releer los detalles secuénciales del vídeo en un contexto de experiencia individual plena.
Entrada actualizada el el 26 may de 2016
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