(…) «Primero la ética; luego, tal vez la estética». Así presentaba a Agustín Ibarrola el crítico de la revista Triunfo, José María Moreno Galván, a propósito de una exposición de grabados en Madrid en 1973. Fue clausurada entonces por sus alusiones a escenas comunes de la represión política imperante. La figura de Ibarrola creció durante décadas como un símbolo de lo ético, del compromiso social y político. La fuerza de sus posturas llevó a la no consideración al mismo nivel de su faceta creadora, no tanto por criterios de valoración plástica como por el carácter emblemático de su personalidad en la lucha por las libertades. Cuando la sociedad cambió, el pintor se permitió a sí mismo volcarse en algo que llevaba desde siempre dentro: la investigación espacial, tal vez como una continuación a su manera del muralismo mexicano y, mucho más, de los principios del constructivismo ruso (…) El arte...colectivo y la investigación racionalista estimulaban a Ibarrola. Pero no era cuestión de vivirlo exclusivamente como testimonio sino, sobre todo, como proceso creativo.
(…) El origen de esta exposición se remonta a un curso que el pintor y escultor impartió a jóvenes artistas en esta ciudad el verano pasado. No se comprendería del todo el alcance de la obra de Agustín Ibarrola sin considerar su faceta de pedagogo. Ibarrola tiene necesidad de explicar lo que está haciendo, no tanto con la palabra como con sus propias intervenciones plásticas. Esa necesidad de comunicación es uno de los puntales de su compromiso como ciudadano y como artista.
(…) La combinación de óleos, esculturas en acero corten, bosquecillos de madera y figuras de papel de periódico encolado dan una idea no sólo del trabajo culminado sino también de las inquietudes del artista en estos últimos diez años. E invitan sutilmente, desde luego, a visitar sus obras en la Naturaleza.
Extractos del texto de Juan Ángel Vela del Campo para el catálogo de esta exposición.
Entrada actualizada el el 28 sep de 2015
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