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La conversación con San Juan de la Cruz planteada por Alberto Corazón se centra en las canciones de la 'Noche oscura', un poema desarrollado en ocho estrofas, en el que el alma 'se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual'. ... En consonancia con el texto, el artista elabora ocho composiciones sobre papel de gran formato -210 x 100 cm-, acompañadas de una veintena de dibujos de pequeñas dimensiones en torno a figuras y recursos visuales característicos de su gramática, desenvueltos con su conocido estilo sinóptico: cuchillos, casas, sillas, hojas, cuerpos humanos, llamas, escaleras, ajedrezados y estructuras poligonales, a los que se agregan palabras, frases o versos de distinta procedencia. El conjunto materializa su inmersión en la epifanía mística conducido por la deslumbrante poesía del santo carmelita.

La redundancia de símbolos gráficos que remiten tanto a la lógica interna de la pintura de Alberto Corazón producida en las dos últimas décadas como al sentido de la poética sanjuanista enfatiza el carácter comunitario de las piezas, su cadencia estrófica en términos plásticos, presentando el grupo como un tejido unitario. Da la impresión de estar ante un verdadero poema visual, hilvanado mediante la diseminación de los elementos en liza, palabras y figuras, hasta ofrecer una contrastada y sobria sinfonía cromática de carácter logo-icónico.

Con evidente perspicacia, Alberto Corazón lee la 'Noche oscura del alma' identificando el argumento central del poema con el concepto de tránsito, determinante, como ha quedado dicho, en la alegoría mística, donde el alma sale al encuentro de Dios. El pintor interpreta esa idea-fuerza mediante una secuencia simbólica de ocho puertas, de ocho umbrales -de los que se parte y a los que se llega-, que dan forma a sus liras plásticas, matrices a través de las cuales dialoga simétricamente con las, a su vez, ocho estrofas de la 'Noche', aprehendiendo el fondo último del discurso poético.