Durante más de seis décadas, Álvaro Blancarte ha estado explorando la topografía de Baja California y definiendo el paisaje artístico de esta región. Inspirada en las mitologías de la cultura Kumiai, la luz que brilla en las montañas de Tecate y el paisaje idílico descrito en la literatura latinoamericana, Blancarte experimenta con texturas, materiales y colores para representar el esplendor de los desiertos de Baja California. Usando arena y polvo de mármol mezclado con pinturas acrílicas y esmaltadas, hace una marca primordial en el lienzo, dejando un rastro de su presencia. En Atavico II [Atavic II] (2014), Blancarte revela el legado de la tierra, haciendo una incisión cartográfica que emite un vibrante lapislázuli, que recuerda a los arroyos que una vez atravesaron las montañas o los cielos azules del desierto. En estos trabajos, nos damos cuenta de su legado como mentor de una importante generación de artistas basados en Tijuana.