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Hace veinte años, hice mi primera exposición en Madrid. En el catálogo de Kreisler yo aparecía montado en una moto, bambas y tejanos y con una sonrisa de oreja a oreja. En la portada habían todos los colores del diccionario y Francisco Casavella, refiriéndose a mis apuros de cuando yo empezaba con todo eso, cuando quería pero aún no sabia si podría, escribía para mi en aquel catálogo:
Pensaba en ello día y noche, pero una gran mano negra le tapaba la vida: necesitaba la amplitud de los paisajes, la inacabable extensión del horizonte. El cielo era entonces plomizo o turbulento, o resolvía simplemente que era bello. Dudaba y temía: no había que pensar en su belleza: debía ser bello
Y más adelante:
¿Y qué pensabas? ...¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? Eso lo piensa cualquiera. Seguías pensando. ¿Qué me diferencia del resto? ¿Qué sabe nadie lo que me gusta o no me gusta de este mundo? Era un buen punto de partida: sabias lo que te gustaba.
Ya lo he dicho: han pasado veinte años, y aunque sinceramente, ahora no recuerdo si de verdad me hacia tantas preguntas-creo que tantas no o al menos no tan amontonadas-siempre he pensado que estas palabras de Casavella encierran toda la duda, pero la ilusión y la certeza final que me han acompañado tercamente desde que en la escuela me enseñaban la vida oculta de los volcanes. La duda entre la realidad, la belleza, los demás o el rincón más oculto de mis tripas, querida e imprescindible duda para pintar y para echarse al agua y salir, salir de la duda, de esta duda que no de otras, que ya vendrán, que esto es avanzar, paso a paso para hoy poder decir tengo ganas, decididas ganas, de pintar esto y así y no aquello y asá-qué poco me importa hoy, después de tantas vueltas, lo que opine no sé quien-y esta certeza, este sabias lo que te gustaba, ha sido el salvavidas en que yo he navegado, sobrevivido y pintado a lo largo de estos años. Era un buen punto de partida. Sabía lo que me gustaba. Pues sí, siguen valiendo estas palabras.
Y más, más adelante:
Bolero: Un mundo complicado expuesto en trazos simples, con expresiones rotundas y un vocabulario desbordante aunque nunca desbordado. 'Si yo pudiera detener el tiempo', 'Se vive solamente una vez'. Un buen bolero cuenta una historia y, en última instancia da un consejo, como tus cuadros.
¡Ay catalogo del 90! ¿Y si fuera verdad todo lo que decías?
-- ¿Qué es el mundo, Monsieur?
-- El mundo es la belleza de Madame, y todo lo que no es la belleza de Madame.
'Lo que sé de los Vampiros' F. Casavella. 2008
Entrada actualizada el el 26 may de 2016
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