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Primera muestra de una nueva serie de exposiciones que, con el nombre Studiolo, ofrecerán pequeñas antologías de las colecciones del Museo seleccionadas por un artista invitado. El israelí Avigdor Arikha es el encargado de inaugurar la serie, y lo hace con una selección de veinte obras que tienen como hilo conductor la pintura de observación, incluyendo algunas de las piezas más emblemáticas de la Colección junto a dos obras del propio artista.

Studiolo, un pequeño museo ... dentro del Museo

La palabra italiana que da título a la serie, studiolo, diminutivo de studio, “designa, en los palacios del Renacimiento, una pequeña estancia donde el príncipe puede refugiarse a leer, meditar y contemplar algunas obras de arte cuidadosamente elegidas. (...) son pequeños espacios íntimos, exquisitamente decorados, concebidos como un estuche a medida para las piezas más delicadas de una colección”. Definición de Guillermo Solana, conservador jefe del Museo y artífice de este nuevo proyecto expositivo, que nos ilustra sobre el principal objetivo de la serie: poner en valor y difundir la colección permanente desde nuevos puntos de vista. Cada exposición reorganizará algunas obras de los fondos del Museo cuidadosamente seleccionadas por un artista contemporáneo, para presentarlas conjuntamente en otra sala dentro de la propia colección permanente; de esta forma, el público tendrá la ocasión de participar del mundo interior que cada uno de los artistas/comisarios invitados nos presente.

Esta serie de exposiciones, que se organizarán con una periodicidad anual, están dirigidas al espectador individual, no pretenden atraer al gran público, sino invitar a la contemplación y al disfrute del arte; serán como un pequeño museo dentro del propio Museo que permita redescubrir algunas de sus obras más emblemáticas. Al mismo tiempo, este proyecto hace realidad otra de los propósitos de Guillermo Solana como conservador jefe: acercar el Museo a la escena artística contemporánea.

Avigdor Arikha: “Mi ojo ve y mi mano pinta”

Avigdor Arikha, pintor y dibujante de nacionalidad israelí, aunque afincado en París, es un artista de culto, admirado por coleccionistas, críticos y artistas; es también un brillante escritor y conferenciante que ha defendido apasionadamente desde hace décadas la pintura del natural, basada en la observación. Y éste es, precisamente, el foco de la selección que ha preparado para esta ocasión.

Nacido en Rumanía el 28 de abril de 1929, Arikha fue deportado en 1941 junto con su familia a un campo de concentración, donde pasó dos años hasta que, a través de un programa de la Cruz Roja Internacional, fue trasladado a Palestina en 1944. Su actividad artística comenzó en el campo de concentración, donde realizaba dibujos dotados de gran realismo. Ya en Palestina se formó en la Bauhaus de Bezalel, en Jerusalem. Tras pasar una breve temporada en la École de Beaux Arts de París, viaja a Italia en 1949. Entre 1953 y 1954 se da a conocer como ilustrador, tras los dibujos realizados para textos de Gogol y Beckett, mostrando en ellos la influencia de la Segunda Escuela de París.

Aproximadamente entre 1957 y 1965, elabora pinturas abstractas, oscuras y atormentadas, que guardan cierta relación con el informalismo; estas obras le conducen al abandono de la pintura. A partir de entonces trabaja en obras monumentales, como vidrieras para sinagogas y mosaicos, donde el dibujo es de nuevo fundamental, y comienza a dibujar del natural. Durante ocho años su actividad se concentra en dibujos y grabados hasta que, a finales de 1973, recupera la pintura.

Es conocido por sus retratos, desnudos, naturalezas muertas y paisajes, realizados de forma realista y espontánea. Su forma de pintar es directamente del natural, sin usar dibujos preliminares y acabando la pintura en una sesión. Arikha es también un prestigioso historiador del arte; ha comisariado exposiciones en instituciones tan importantes como el Museo del Louvre o la Frick Collection de Nueva York, y es autor de Peinture et Regard (1991) y On Depiction (1994), además de numerosos ensayos.

Pintura observada

La pintura del natural, basada en la observación, es el hilo conductor de la selección que Avigdor Arikha nos presenta en esta exposición.

“El arte basado en la observación lo crean, sin a priori y sin apoyos, la mirada y la mano a partir del natural, es decir ‘sur le motif’, como decía Cézanne. Su objetivo no es decorar, como el adorno, ni documentar, como la imagen, sino que nace de una necesidad profunda para retener lo vivido.”
(Avigdor Arikha, de su ensayo para catálogo de la exposición)

Al igual que en su obra, las piezas seleccionadas nos muestran modelos captados a través de la observación, huyendo de la memoria subjetiva que desarrollaría un arte basado en la imaginación. Esta selección de grandes obras de la pintura del natural en las colecciones del Museo reúne algunas de sus piezas más emblemáticas, como Retrato de un joven de Memling, Santa Catalina de Alejandría de Caravaggio, Retrato de un campesino de Cézanne, En la sombrerería de Degas, Último retrato de Lucian Freud o, el único contrapunto a la pintura observada, Composición de colores I de Piet Mondrian.

En el ensayo que Arikha ha preparado para el catálogo de esta exposición, que incluye también un texto de presentación de Guillermo Solana y otro de Francisco Calvo Serraller, el artista comenta una a una las obras por él escogidas:

“con la misma atención casi obsesiva con que mira cada cuadro, Arikha nos revela los secretos del oficio de pintor, que tantas veces se escapan a los historiadores del arte. Sus palabras recogen toda la emoción del ojo y de la mano, y nos permiten revivir el proceso de creación de cada obra de arte, tal como el artista lo vive desde dentro.” (Guillermo Solana, Revista Perspectivas nº27)