La muestra Las múltiples caras de la reina abarca un número de pinturas y dibujos realizados por Viviane Teixeira en los últimos años. En común, el conjunto integra el universo poético de la artista, orientado hacia la concepción de imágenes narrativas en torno a escenas de la vida en la corte, y, en términos cronológicos, antecede a la "instalación pictórica" presentada tanto en el Centro Cultural São Paulo (2015) Como en el Palacio Imperial (2016). A diferencia de las exposiciones anteriores, sin embargo, los trabajos aquí reunidos no evidencian una conexión previa entre sí, resaltando su carácter fragmentario y al mismo tiempo autorreferente. Es decir, constituyen narrativas per se, de naturaleza autónoma y multifacética, como el propio título de la exposición busca explicitar.
Es notorio que los personajes y escenas presentes en los trabajos de la artista nacen de la conjunción de innumerables referencias - cartas de baraja, juegos de tablero,...artes escénicas, literatura, pinturas y narrativas históricas. Se suma a ello un repertorio imagético que engloba biología, artes decorativas e indumentaria. Todos estos elementos reunidos contribuyen a conformar un mundo fantasioso particular, dando visibilidad al imaginario de la artista. Por ser más o menos reconocibles, se convierten en signos capaces de reforzar las historias que los trabajos representan e incluso de estimular la construcción de nuevas narrativas. Sin embargo, esa dimensión acaba encubriendo (o sirviendo como pretexto para no abordarse) otras características del trabajo, como, por ejemplo, la exteriorización del erótico.
Aunque el término erotismo parece apropiado, sobre todo en lo que se refiere a los trabajos que la artista viene desarrollando, visto la atmósfera sexual que atraviesa muchas de sus figuras, es posible que el mismo reduzca el síntoma que esas imágenes explicitan a un lugar común. Por eso el uso del término erótico se vuelve preferencial, entendido aquí como aquello que antecede a lo que la opción por el sufijo "ismo" suele categorizar (restringir). El erótico se expresa en la inquietud sexual existente en el ambiente de las escenas, en las poses y relaciones que los personajes establecen entre sí, en el carácter a veces ambiguo de la representación de los géneros. Son personajes que desean, que pretenden continuamente su relación con el ambiente y con aquellos que las observan: el espectador se convierte así en una especie de voyeur, alguien que no sólo observa un acontecimiento - como público o incluso, de modo sorpresa, en el canto De la sala, detrás de la cortina oa través del agujero de una cerradura -, pero presencia inquieto algo que se explicita ante sus ojos. Es decir, se convierte, queriendo o no, ser deseante.
Hay otra circunstancia relacionada con el erótico, no menos evidente; Sin embargo, cabe reforzar, menos literal. El estímulo sensorial que las formas, líneas, colores, pinceladas y texturas instigan en aquellos que observan estas obras también es capaz de promover una percepción múltiple de la tensión erótica existente en los trabajos. Además de las imágenes reconocibles, estos elementos del lenguaje pictórico y gráfico despiertan la voluntad del toque, la temperatura, el delirio y la lascivia - pasan del visual al atractivo háptico, son capaces de provocar las más diferentes relaciones sensoriales, explorar la fantasía, La excitación, el libidinoso, la incomodidad, la repulsa, se convierten en fetiche plástico-visual. En lo que se refiere a la factura de estos trabajos, aunque la formación en bellas artes y la actuación en la restauración y conservación de pinturas históricas constituyen facetas de Viviane Teixeira, la artista se destaca por la osadía, al desvirtuar un conjunto de saberes técnicos y estéticos, protocolos Formales y visuales, para explotar una capacidad provocadora e incluso perturbadora de figurar lo fantástico, lo subversivo, el visceral, en fin, el erótico.
El trabajo de Viviane Teixeira posee una naturaleza ambigua, pues su colorido, su repertorio visual, su carácter lúdico podrían agradar sin reservas; Pero muchas veces promueven lo contrario: un encuentro con lo que molesta, que desconcierta, que provoca. Cuando el arte pretende simplemente encantar o enaltecer y las convenciones del estético garantizan resultados satisfactorios, la atmósfera decadente y voluptuosa de esos trabajos parece apuntar a algo que el lenguaje no es capaz de contener o definir, aquello que sólo la visceralidad del querer permite externar. La reina, más que un signo, constituye una imagen polivalente, obtusa, dudosa, un ser cuyo deseo (poder) refuerza la capacidad de asumir innumerables caras, circular por diferentes contextos, transformarse y provocar transformación.
Entrada actualizada el el 04 ago de 2017
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