La palabra patrón tiene diversas acepciones, siendo algunas de ellas: defensor, elegido como protector, dueño o jefe, persona a la que sirve un criado, planta injertada, persona que manda o también modelo que sirve de muestra para sacar otra cosa igual.
El título Black Patterns hace referencia directamente al proceso que ha atravesado a todas y cada una de las obras expuestas en ella. La producción surge del «patronaje», trabajando a partir del plano para elevarlo al volumen.
Este ejercicio me hizo proyectar las obras desde el dibujo para después materializarlas hacia un objeto tridimensional, la escultura. Soy un escultor que trabaja primero con el diseño (quizá debido a mi formación en esta disciplina); no soy como el artista que coge un trozo de material y elabora modelando sobre él; no por lo menos inicialmente. Me gusta esa dimensión en la que el pensamiento plantea la ruta con la que llegar finalmente...a realizar la idea. Esta expectativa fuerza su carácter mediante la toma de decisiones que van surgiendo entre la técnica y la intuición, entre la idea proyectada y la fase constructiva de la misma.
La selección de materiales debía atender a esta metodología, por lo que me propuse trabajar con una reducida lista de ellos, centrándome en aspectos rotundos de sus propiedades. Esos aspectos, principalmente su maleabilidad, condicionarían el hacer enfrentándome con aquellos elementos que al encontrarlos en objetos y arquetipos que me erotizan, generan en mí una sensación similar a un espasmo irracional como signo de la vida, acercándome a un modo de pensamiento instintivo. Éste nace, se desarrolla, se transmite, desaparece, se transforma y surge de nuevo, realzado por la destreza del lenguaje y el terreno fértil de las mitologías contemporáneas. Debo confesar que en algunos momentos del proceso todo esto llegó a resultarme frustrante, por la manera en la que me inquietaba técnicamente, retándome a cuestionarme cómo posicionarme, si encima o debajo de la relación, prestando atención constantemente a la negociación entre mi deseo y la vitalidad del material. Luego, o quizás antes, está el negro; un patrón, un color, una percepción monocroma que recorre la exposición.
Esta se divide en tres grupos a través de tres espacios:
Black Patterns es, además del título de la exposición, el nombre que también hace alusión al conjunto homónimo que se encuentra en el Estudio. En estas obras no tenía en mente la confección de una prenda, sino más bien pensaba en desvestir una estructura, observando el desplome de la piel al igual que sucede en las figuras de Wilhelm Lehmbruck. La instalación muestra una serie de cuerpos hechos con piezas de cuero que se van uniendo mediante cortes, bordados o múltiples cremalleras metálicas que los recorren. Las esculturas están instaladas como columnas que levitan entre el techo y el suelo, mientras que una de las piezas ha sido trasladada a la pared, devolviéndola así al plano original del que surgió.
En el Hall de la galería se articulan dos conjuntos de obras realizadas con el mismo material para explorar el agujero, entidad difícil de comprender, omnipresente en nuestro entorno, siendo los intersticios a través de los cuales se ponen en marcha los eventos causales, los pasaderos que unen varios cuerpos y ayudan en la creación de nuevas conexiones. Nothing Young está construida en goma con piezas troqueladas con el logotipo “NY”, al ser unidas con cordones por varias de sus partes se deforma el icono alejándose de la imagen original y sugiriendo otras formas. Asimismo, se muestra en el mismo espacio, la serie Gradiens (#1, #2, #3 y #4). Cuatro planchas de goma intervenidas por cortes que no llegan a extraerse del soporte, sino que penden de él. Unas aperturas que no sólo invitan a mirar, sino también a ser visto. Algunas de ellas han sido lacadas con barniz marcando un ritmo.
Finalmente, se ha realizado un trabajo ad hoc para la azotea de la galería. Con él, quise cumplir algo que fuese mayor que mi deseo, cuya expectativa resultase difícil de satisfacer, obligándome a replantear su proceso. Creé una funda en lona blanca que cubre uno de los lucernarios. Debido a su colocación exterior ve afectada su superficie por la lluvia, la luz y el polvo transformando su color para acercarlo al opuesto. En este trabajo existe una relación directa con el cuerpo, el espacio y la mirada, por lo que una vez instalada decidí realizar una serie de fotografías en el sitio intervenido, enfrentando la figura humana y la arquitectura, usando, esta vez, como patrón la obra del fotógrafo Alvin Baltrop.
Karlos Martinez B. (Bilbao, 1982) vive y trabaja entre Durango y Madrid. Tras cursar estudios en Historia y Geografía (UNED) y Diseño Gráfico (I.D arte Escuela de Arte y Diseño) ha desarrollado proyectos mostrando su trabajo en contextos como Museo Guggenheim Bilbao, Azkuna Zentroa, Bulegoa Z/B, Sala Rekalde, Tabakalera Centro Internacional de Cultura Contemporánea, Koldo Mitxelena Kulturunea, Centro Cultural Montehermoso de Vitoria, Museo Oteiza, Tabacalera Promoción del Arte Madrid, La Casa Encendida, BlueProject Foundation Barcelona, Centre Cívic Can Felipa, Sant Andreu Contemporani, Atelier Centre dárt contemporain - La Synagogue de Delme Lindre-Basse, Plataforma Revólver Lisboa, D21 Kunstraum Leipzig, Galerie Lisi Hämmerle Bregenz, AUP Agency of Unrealized Project entre otros.
Entrada actualizada el el 05 mar de 2021
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